sábado, 19 de junio de 2010

Fantasmas (p)

"fotos por privado. si las quieres no tienes más que pedirlas, eso si, con la tuya por delante. un saludo
No me gusta la gente que va de borde por la vida, y tampoco los kinkis de barrio. Me gusta la gente normal, con cultura, y con ambiciones en la vida a parte de matarse en el gimnasio.
Por cierto, si te gusta el sexo sin condón, por favor, NO TE ACERQUES A MI PERFIL, NO ME GUSTARÍA ARRUINARME LA VIDA ALGUIEN SIN CABEZA. Pero de buen rollo, como dicen por aqui. jeje.
Un saludo a todos y gracias por leerme". Anuncio en un perfil de contactos gays.


La tribu tiene siempre diversos farmakoi. El virus del sida es uno de ellos potente. Su capacidad mortífera, su mutabilidad lo hacen un pequeño diablo, un ser inexplicable e indomable que se entronca con los espíritus malignos, con el mundo de las fábulas y de los dioses, con la épica más real. Tiene que ver con el sexo, con la libertad de poder disfrutar hasta morirte, con la libertad de querer ser en el placer. El sida tiene que ver con la libertad, con la repugnancia a lo gay como sublimación de lo que no se tiene y se desea. Es un virus moral, lo tienes porque tus costumbres han sido malas, porque no follaste solo con tu pareja heterosexual estable destinada a la procreación.
Aceptaría arco iris parlante como animal de compañía.


Ariadna enredada con su hilo en su propio laberinto (p)

La educación sentimiental paterna fue más oscura y destructiva que cualquier relación paranoide en internet. Y él siempre fue un buen padre...

No sé por qué llaman virtual la vida en internet. Allí se folla, se ama, se conoce, ves al otro cuando no trabaja mientras trabaja, al que te abre lo que solo tú conoces. Lo artificial es lo único auténtico y allí solo se permite el juego de ser como cada uno quiera ser.

Revivir el futuro y el órgano de la pasión (p)

"Los animales contraen enfermedades pero solo el hombre cae radicalmente enfermo" Oliver Sacks

La vida es como el amor: piensas que nunca se va a acabar hasta que se apaga. Lo paradógico de la consciencia es que la eliminamos para poder seguir. Sabemos, conocemos, vemos cómo el tiempo no solo resquebraja sino que diluye lo que somos, pero el cerebro, la cultura, la infantilidad de la especie niegan lo que es evidente.
Sigo con mi mente en la juventud cuando el miembro y los demás órganos se quejan, no responden como siempre lo hicieron. Esa extraña unión de pensamiento y cuerpo parece no querer asumir aunque las miradas ajenas lo hacen de manera cruel y amable. Quizá solo quede eso: sumirse en la literatura, en lo artificial, en la mentira negadora para poder resistir con dignidad la muerte cotidiana.
Todas las crisis de la edad son una suerte de huída de la muerte, un conjuro litúrgico para espantarla. Nos habitúan a saber que un día no seremos, pero solo lloramos por el cuerpo que se consume, por la pérdida de la frescura, de la vitalidad, de la belleza deslumbrante. Se van apagando la intensidad, la furia, todos los silenos. La fuerza disminuye, la realidad solo se niega en la mente.
Sería ridículo no vender el alma por la eterna juventud, por poder pasar de la plenitud a la nada en un segundo.

martes, 15 de junio de 2010

Tempus fugit coronado (p)

Solo podría escribir si supiera que las palabras devuelven la carne perdida. Pero solo sé que todas las crisis me hablan de lo mismo: de que ya nunca seré lo que ayer fui y que cada día es un agón de muerte del presente.