sábado, 19 de junio de 2010

Revivir el futuro y el órgano de la pasión (p)

"Los animales contraen enfermedades pero solo el hombre cae radicalmente enfermo" Oliver Sacks

La vida es como el amor: piensas que nunca se va a acabar hasta que se apaga. Lo paradógico de la consciencia es que la eliminamos para poder seguir. Sabemos, conocemos, vemos cómo el tiempo no solo resquebraja sino que diluye lo que somos, pero el cerebro, la cultura, la infantilidad de la especie niegan lo que es evidente.
Sigo con mi mente en la juventud cuando el miembro y los demás órganos se quejan, no responden como siempre lo hicieron. Esa extraña unión de pensamiento y cuerpo parece no querer asumir aunque las miradas ajenas lo hacen de manera cruel y amable. Quizá solo quede eso: sumirse en la literatura, en lo artificial, en la mentira negadora para poder resistir con dignidad la muerte cotidiana.
Todas las crisis de la edad son una suerte de huída de la muerte, un conjuro litúrgico para espantarla. Nos habitúan a saber que un día no seremos, pero solo lloramos por el cuerpo que se consume, por la pérdida de la frescura, de la vitalidad, de la belleza deslumbrante. Se van apagando la intensidad, la furia, todos los silenos. La fuerza disminuye, la realidad solo se niega en la mente.
Sería ridículo no vender el alma por la eterna juventud, por poder pasar de la plenitud a la nada en un segundo.

No hay comentarios: