lunes, 30 de enero de 2012

También los pezones se desgastan


Mis vecinos juegan al juego de la reproducción, que no es follar y gozar, sino formar una familia. Después de algunas eyaculaciones, insertaron en la Historia humana a dos cachorras. Las perras vinieron después. Escucho su vida sin querer, sobre todo los berridos de una madre furiosa porque sus hijas no prestan mucha atención al genitivo sajón.
Oigo gritos desmesurados y repaso casi sin querer con ellas los conocimientos que olvidé. Esas pobre niñas van a estar un cuarto de su vida estudiando cosas de muy dudosa valía, queriendo o no, da igual, ser buenas hijas, buenas estudiantes, hermanas, amigas, vecinas, paseadoras de perros, zaragozanas, aragonesas, españolas, hijas de la prima de riesgo.
Y se morirán, como todos, pero antes, se creerán inmortales y vivirán la intensidad como nunca más. Después, las insertarán de nuevo en la Historia y las adormecerán siendo novias, madres, profesoras, españolas y miembros de una nueva generación.
Los que somos adiestradores de dragones y enseñamos a otros cómo serlo, sabemos que la Historia, todas, son la gran mentira y la gran excusa para ser esclavos.

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