viernes, 26 de noviembre de 2010

Portillos antiguos

Recorro parecidas calles, casi un idéntico trayecto aunque el origen y el destino sean diferentes. Entonces tenía trece años, todos los miedos, ansias de saber y vivir y un alarmante problema de relación entre iguales. Era un bicho raro al que nunca maltrataron por ello. Creo que, sin saberlo, cultivaba esa imagen que al menos daba posibilidades de ser en la individualidad. La clase era el sitio donde me sentía fuerte, donde me podía mostrar más real y donde había pocos fracasos. Allí surgió la pasión por enseñar como apéndice de un amor imposible. Allí la afición a la literatura como bien colateral de la pasión. Allí el grupo cristiano, mi afición a cazar conversaciones ajenas, los amores frustrados, cierto terror a los hombres y el arma secreta de la inocencia.
Ahora me sitúo al otro lado. Ya no hay miedos ni pudor, solo derrotas asumidas, pero el deseo es el mismo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Únax (tarde de cine) (p)

Teníamos los dos veinte años. Él llevaba jersey de lana azul y era abertzale. Era delgado, duro en sus escasas carnes y unas manos acogedoras sin complejos. Me contó en el taxi a casa sus manifestaciones contra la policía, los cócteles. Su voz era dulce, masculina, de esas que invitan a escuchar y a hablar cuando una sonrisa acompaña. Era de madrugada y nos habíamos conocido media hora antes muy borrachos.
Llegamos al portal, de allí al garaje y entre cuartos trasteros gocé de su cuerpo, de su sonrisa, de su miembro. Descubrí su torso modelado y su culo enhiesto. Y me enamoré. Compartí por un instante clandestinidad, encierro. Fanteseé con carreras que acaban casi a golpes, con alcohol, con cuartos prestados.
Pero no le pedí el número, ni la dirección. No pude decir quiero verte mañana. Solo subí feliz a mi casa, sin sentirme culpable por amar por primera vez.
Nunca más volví a verlo. Sé que deseé encontrarlo en cualquiera otra noche de borrachera. Y sé que veinte años después todavía recuerdo el azul de su jersey.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Luz del mundo (p)

"Paul. Nos enteramos de su tránsito como de tapadillo, en coherencia con el carácter vergonzante que esta cultura hedonista en que estamos inmersos atribuye a la muerte" Carta en Semanal XL


La muerte no es vergonzante, es dolorosa, indeseable y, sobre todo, cierta. De la conciencia terrible de la presencia de la muerte en el futuro nace la necesidad del placer en el presente.
Vuelvo la cara e imagino una sociedad sin semana santa, crucifijos en la juras de poder, visitas papales, prohibiciones de placeres varios. Sigo leyendo la carta y vomito por no poder vivir en una cultura hedonista.

Discernimiento mental (p)

"Hemos renunciado a nuestra capacidad de discernimiento moral. Este es el drama de las democracias occidentales". Juan Manuel de Prada

Todos los tendentes al pensamiento único tienen la misma tentación en algún momento: acusar de falta de moral o de discernimiento de cualquier tipo a aquellos que no siguen sus pensamientos.
Tengo muy claros mis valores morales y muy arragaidos. El problema, trágico problema para gentes como de Prada, es que no son los suyos. Veo con inquietud y muchas veces horror el involucionismo de las democracias occidentales, la ola de puritanismo que quiere invadirnos y me preparo para rearmar mis valores: el placer, la igualdad, una democracia que sea de los ciudadanos y no de los mercados, unos servicios verdaderamente públicos, relaciones sexuales en libertad sin tener en cuenta la edad o el aparato genital, la autonomía frente a cualquier religión, la repulsión a la ley del más fuerte...
Me importan poco la virginidad, el matrimonio heterosexual reproductivo, el catolicismo o cualquier otro juego individual, pero nunca los prohibiría. Solo querría que su pie no se colocara como siempre en mi cuello.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ecos de Narciso

Siempre le doy clase al adolescente que fui.

The rules (family matters) (p)

En la infancia sentía el cariño o me acostumbraba a verlo o inventarlo. Pero pronto empezó la consciencia, el descubrimiento de la hipocresía, de la desigualdad en el amar. Sentía como omnipresente la necesidad de la madre, la necesidad de que yo le diera su amor. El padre era solo aquel que estaba, la referencia de algo, la figura que salía siempre en mayúsculas en la voz de cualquier niño, pero nunca sentí sus manos, los achuchones de cariño, los músculos que seguro me hubieran excitado. Pero me decían querido y yo corroboraba.
Luego, enseguida, casi al mismo tiempo llegaron las reglas, con la familia, con los vecinos, con la casa, con el colegio, con la vecindad... las reglas que me hacían estar pendiente de todos menos de mí. Había que ser perfecto, la moral se construía a golpes de apelación a la inteligencia. Las reglas te hacían ser el perfecto invitado, el perfecto alumno, el perfecto hijo, familiar, vecino... Nunca grité, pero debería haberlo hecho. Y me lo creí, pero echaba de menos la molicie compartida, la complicidad ante el error, un no pasa nada de un brazo fuerte de hombre.
Aprendí a decir que sabía lo que quería, a fingir seguridad, Personalidad. Quería que alguien me enseñara, me descubriera la debilidad, alguien con quien poder hablar de lo importante, con quien compartir sin juzgar y sin peso. No lo encontraba. Tampoco me acercaba a nadie.
Pero estaban las reglas. Ellas daban la medida, el valor. Los sentimientos quedaban escondidos y todos nos hacíamos un traje a medida, a la medida de las reglas. Todos quedábamos patéticos con nuestro vestido real y visible a todos que se ocultaba tras el abrigo de las reglas metidas a calzador.
Un borracho, un maricón fracasado, un inmaduro, una egoísta primario, una amargada. Y todos esos hemos sido gracias a las putas reglas.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Eco y Narciso

Quizá los amores no correspondidos son como un eco incesante que solo quiere un nombre. Quizá Narciso solo sea un asocial, un apátrida al que la belleza conquistó como a tantos otros. No confío en las prédicas morales ni en los seres sobrehumanos que prometen algo más que la tierra.
El final de un cuento solo es el principio de otro, la belleza el principio de la fealdad y los cuerpos que se unen y se distancian una promesa de algo mejor.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Laura y el soul (p)

"¡Cuando tu sobrina te regala para tu cumpleaños maría colombiana es que todo marcha bien!"

Tuve una intuición con doce años, un niño que aspiraba a adulto y que quería ser importante. La intución fue que el ser era especial, que algún día podría compartir algo más que lazos familiares gastados y pautados. Miro hacia atrás y solo veo presente. Veo que no podré alcanzar tener veinte años y que los ojos que te ven te sientan diferente. Da igual. Reconozco su sonrisa, su risa y aquello que nace de lo no impuesto.
Hablo con ella con ganas de hablar. No tengo que fingir el negocio de las palabras amables, la sociabilidad aprendida. Quiero oír y quiero que me oiga. Con ella vuelvo a sentir, no lo predecible sino aquello que nace del interés.
Fumo su regalo, su vida. Y ahora sé que no me equivocaba, que a pesar de los sufrimientos, del dolor del desamor, del grito que solo se siente la infancia, la sonrisa, su sonrisa, hace que todo lo deseable se haga presente.
Un día, un sábado de cumpleaños en soledad, de sexo pagado, de quererse mucho y de verse ajeno en la madurez. Un sábado más.

viernes, 12 de noviembre de 2010

... (p)

Cumplir una edad es siempre lo que los demás esperan de ti.

Pura fachada (p)

Por eso me debía de gustar tanto aquella serie tan tierna pero que derivó en tv movie adolescente, Kyle XY, porque siempre me ha costado aprender los códigos de comportamiento social.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

No condenar=colaborar (dedicado a Trinidad Jiménez)

No entendía muy bien en el pasado aquellas diatribas entre los gobiernos democráticos de nuestro sacrosanto estado y los batasunos sobre el término condena. Tras un atentado, HB lamentaba, y todos los partidos políticos exigían furibundos la condena y ponían el acento en esta mágica palabra. Hasta llegaron a hacer una ley en la que el término era la linde para ser declarado apto para la democracia. En la actualidad seguimos igual. Unos quieren que otros lo hagan y esos otros dicen que con lo dicho debería bastar.
Pensaba yo en mi ingenuidad que qué mas daba usar la palabra condenar, lamentar, despreciar o similares. Me parecía que lo importante era si los de HB se reunían y decidían a partes iguales lo que luego los comandos de ETA ejecutaban.
De mi error conceptual y de mi ingenuidad militante me sacó estos días la ministra de asuntos exteriores del gobierno español. Ante la matanza de unos policías marroquíes en un campo saharaui, Trinidad Jiménez se limitó a lamentar . Y entonces surgió la ecuación: si no condenar es sinónimo de colaborar, el gobierno de España colabora con el de Marruecos en la muerte de ciudadanos, en este caso, saharauis.
Después solo vómito y lucidez.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Benedicto XVI o las condiciones de igualdad


Ante la visita a mi país del Máximo HacedordePuentes, el 16º Biendicho, querría orarle:
1º: que me deje follar con quien yo quiera como yo le dejo no follar.
2º: que me deje usar preservativo como yo no le obligo a ponérselo a usted (aunque a algún colega suyo se lo haya puesto).
3º: que me deje casarme con quien quiera como a usted le permito no casarse.
4º: que pague impuestos por sus inmuebles como yo los pago por los míos.
5º: que me den como ateo las exenciones fiscales que tiene usted como creyente.
6º: que me dejen impartir doctrina en mis clases como usted las imparte en las suyas.
7º: que me trate como a un enfermo digno igual que yo considero a los usuarios de cilicios.
8º: que me deje hacer leyes en mi país sin tenerle en cuenta como usted las hace en el suyo sin tenerme en cuenta.
9º: que me deje erigir altares de placer como usted lo hace de muerte.
10º: que se calle usted cuando yo desfilo orgulloso como yo me callo cuando usted desfila doloroso.
11º: que pague sus viajes como yo pago los míos.
12º: que me deje ser seguidor de la ostentación, el lujo y la riqueza como aprendí en su residencia adivinatoria.
13º: que me deje considerar que mi reino es de este mundo como yo le cedo el reino de los cielos.
14º: que me deje rodearme de mujeres con poder como yo le dejo apartarlas.
15º: que me deje acercarme a los niños como sus súbditos lo hacen.
16º: que me deje despreciarle y no considerarlo sacrosanto como usted hace conmigo.

Todas estas prédicas se resumen en una sola: váyase a su país que aquí no quiero sus papeles.