sábado, 4 de octubre de 2014

En todas las familias, querido Kuro, hay alguien que pasa inadvertido, alguien cuya imperturbabilidad hace que no se valoren su estado, sus actos, incluso su brillantez. En nuestra casa tú ya sabes cuál es. No la visitabas mucho y yo durante mucho tiempo la creí de plástico.
Te echamos mucho de menos, Kuro, todos. La casa está más madura, ordenada, limpia, pero no aguanto sin tus abrazos. Las cosas han decidido ocupar su espacio y yo se lo agradezco.
Ella se ha secado mucho, de pena, de sol y de impotencia. Nos floreció y no la vimos, o tú sí, que eras más listo y me enseñabas a hacer presente la vida. Practico el reposo y lloro en cuanto siento.
Nos llamábamos Marko, Luis, Rubén, Javi y nos gustaba mamar pollas. Las buscábamos con fruición, todo el día, en la panadería, en la fruta, en los bares, en los baños públicos y privados, en las duchas, en las federaciones, en las farolas y en los ascensores.
Nos gustaba comer rabos y lo hacíamos muy bien. Luego nuestros padres nos llamaban David, Juan, Víctor, Óscar, párroco de la muerte... Todo muy ordenado y con un apretón de mano viril al final. En medio bocas que succionan, cuanto más  odiador mejor felador delicado...

Crímenes de lesa humanidad (I)

Ahora que mi padre vive en 1998, se ha instalado veinte números más allá de su residencia oficial y ha tenido el gusto de olvidar los gobiernos de Aznar y Zapatero, puedo recordar que nunca fui un niño malcriado, mimado, en definitiva, querido. Nunca me regalaron una muñeca, ni un globo de helio de precios imposibles y colores fascinantes. Nunca me trajeron con sonrisa y sorpresa una manzana de caramelo y cuando mi deseo pidió un fuerte de indios ávidos de sexo, obtuve un ajedrez al que nadie sabía ni quería jugar.
Sabía, sentía que era un niño no querido. Recibía la aprobación social porque no molestaba, pero en casa trataban con amable recelo a aquel niño guapo con cara de niña, blando, al que no le gustaba jugar y quería hablar de cosas que a nadie interesaban. Ensayé hasta los cuatro años el disfrute de los sentidos. Epicuró me envidió. Después de los cuatro adquirí la certeza humana de que yo no era como se debía ser, al menos en esa querida familia...

miércoles, 26 de febrero de 2014

Kundalini yoga

No nos dejan ni vomitar de dolor. Mi madre decía: soy una mujer fuerte y las lágrimas me las trago yo; mimejoramigo decía, pero por eso no te vas a hundir...
Todos somos fantasmagoria y lloramos por nada y por la nada, por todo y por el todo. Mi ser más querido se muere en mis brazos y no tengo derecho al duelo. Estoy solo, decidiendo cuándo morirá y mi hermano diría:si-quieres-le-doy-yo-una-patada-o-dos-o-le-retuerzo-el pescuezo.
Sí, era un niño muy sensible y soy un hombre que solo quiere llorar en paz y lejos de todo lo que huela a humano.

domingo, 23 de febrero de 2014

Soy el pino inclinado que enraiza junto a un canal soterrado...