sábado, 4 de octubre de 2014

En todas las familias, querido Kuro, hay alguien que pasa inadvertido, alguien cuya imperturbabilidad hace que no se valoren su estado, sus actos, incluso su brillantez. En nuestra casa tú ya sabes cuál es. No la visitabas mucho y yo durante mucho tiempo la creí de plástico.
Te echamos mucho de menos, Kuro, todos. La casa está más madura, ordenada, limpia, pero no aguanto sin tus abrazos. Las cosas han decidido ocupar su espacio y yo se lo agradezco.
Ella se ha secado mucho, de pena, de sol y de impotencia. Nos floreció y no la vimos, o tú sí, que eras más listo y me enseñabas a hacer presente la vida. Practico el reposo y lloro en cuanto siento.

No hay comentarios: