martes, 17 de noviembre de 2009

De positivos y homotemáticos

El lenguaje políticamente correcto, que detesto en gran medida, sirve para que los marginados o minorías despreciadas no tengamos que recibir la lanza de la palabra añadida a la de la realidad. Ser seropositivo abre las puertas y la atención sin trabas en cualquier centro médico público. Casi no se piden más datos, ni más comprobaciones: tu palabra vale como la de cualquier papel burocrático exigido al resto de enfermos. Todos parecen mantener la calma. Muchos aumentan su cortesía, amabilidad, cariño, pero en casi todos ves el espectro de la muerte. La cronificación de la enfermedad no ha supuesto la eliminación de la mirada aterradora, de la consideración de ser especial que espera cualquier imprevisto para morirse. Las citaciones son raudas y las miradas o voces tienen ganas de huir de ti aunque un ojo ajeno no acostumbrado a la mortalidad diaria no lo note. No llegan al absurdo de hablarte de su maravilloso amigo seropositivo (todos los somos como todos los homosexuales) y establecer esa segunda barrera perversa de exclusividad positiva.
Sonrío y siento ternura por el que me coloca en el pedestal de los diferentes. Pero ese también me recuerda que mi piel es diferente, hecha a retazos imperfectos, y distinguible porque nunca será un saldo: solo será destruible o admirable.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Suum cuique

Los ánimos, las esperanzas diversas, las luchas de poder sentimental hacen de la aspiración por la libertad casi un juego de palabras. Cada uno espera lo que espera y pide lo que pide y el juego del yo y el tú se sitúa demasiadas veces bajo las botas de una exigencia macabra y desigual. El yo se hace redondo, inmenso, casi totalizador y sitúa al tú como responsable único de sus desgracias.
Uno busca, desea, actúa. Uno enseña y otro aprende. Oigo voces que nadan en la autocomplacencia. Tanto el ignorante como el sabio describen su desgracia como producto del otro. Pocos parecen asumir la náusea o el placer de la libertad. Todos encuentran su solaz en la podredumbre ajena, en la irresponsabilidad distinguida. Veo a profesores nefandos arrastrar sus miserias, ignorancias, su falta de valía por las cabezas de alguien que existe a su pesar. Observo a alumnos que deciden sumergirse en la estupidez social, en la renuncia a ser, en el baile de vencedores y vencidos.
Me gustaría describir a unos como sabios consecuentes, transmisores entusiastas de la autoconciencia y a otros como cachorros deseosos de recibir armas de libertad eternas. Pero demasiadas veces retumban los caras oscas de cien ojos en el exterior y bálsamos putrefactos en el interior.

martes, 10 de noviembre de 2009

Doesn't mean

La gente quiere mentiras, putas mentiras.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Tenía que escribir (p)

"Los hombres lloran porque las cosas no son lo que deberían ser". Camus. Calígula

Las verdades fundamentales fluyen suaves, tranquilas, sin miedo, pero ocultas y plácidamente sádicas. No sé adónde quiero ir ni qué hacer, pero sé que quiero otra cosa, algo que pueda llamar exclusivamente mío. Ansío ser alguien que haya elegido, alguien que no busque satisfacer su vida y su placer en otro.
Cambio muebles, sueño con viajes, compro casas, escribo a ratos, leo a regañadientes. Voy amasando lazos de amor pero me revuelvo cansado, aburrido. Controlo los efluvios, busco la adicción no gastada. Adivino las renuncias dolorosas y todavía veo lo que fui y deseo.
Podré acostumbrarme al futuro pero nunca a un presente que ya no es piel de veinte. Y vuelvo a intentar que algo tenga sentido, que me pueda decir de alguna manera propia y placentera. Dejo pasar el tiempo como terapia, destrozo en pedazos diminutos mi vida y solo recojo los placenteros. Busco otros nuevos que sirvan de muro y asiento. Respondo a citas que me pesan, veo cuerpos que me saturan y siento el vacío de la placidez. Descarto la amargura y paso a mirar el espectáculo.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Congresos (p)

"Fantaseo muchas veces. Me escribo guiones de verdades que nunca pasan, que reconfortan y que hacen posible y deseable la realidad. Soñaba hace poco con una clase en las que todos pudieran airear sus miserias, sus orgullos, sus logros, sus miedos y no sintieran la necesidad de huir"

Olisquean, se acercan, enseñan suave las uñas, se calman, advierten el no peligro. Se aleja el miedo a tener que ser otro, a tener que aparentar la firmeza de algo. A veces retozan y otras te tocan con excitación. Comienzan con el ritual de acercamiento, de saberte inocente, de poder controlar el impulso de la huida. Buscan que los toques, que seas su igual, que te dejes llevar por sus emociones de las primeras veces.
Y solo cuando sienten que eres su animal, escuchan. Es fascinante ver a un cachorro humano sintiendo tus palabras, ser ambrosía para sus oídos. Por un instante, todo es sencillo, llevadero, gratificante. La catarsis es real y se siente eterna.
Luego vienen los fracasos, las huidas, las miserias de la vida que no es burbuja. Pero queda la impresión humana de haber unido animalidad domesticada y cultura real.