martes, 17 de noviembre de 2009

De positivos y homotemáticos

El lenguaje políticamente correcto, que detesto en gran medida, sirve para que los marginados o minorías despreciadas no tengamos que recibir la lanza de la palabra añadida a la de la realidad. Ser seropositivo abre las puertas y la atención sin trabas en cualquier centro médico público. Casi no se piden más datos, ni más comprobaciones: tu palabra vale como la de cualquier papel burocrático exigido al resto de enfermos. Todos parecen mantener la calma. Muchos aumentan su cortesía, amabilidad, cariño, pero en casi todos ves el espectro de la muerte. La cronificación de la enfermedad no ha supuesto la eliminación de la mirada aterradora, de la consideración de ser especial que espera cualquier imprevisto para morirse. Las citaciones son raudas y las miradas o voces tienen ganas de huir de ti aunque un ojo ajeno no acostumbrado a la mortalidad diaria no lo note. No llegan al absurdo de hablarte de su maravilloso amigo seropositivo (todos los somos como todos los homosexuales) y establecer esa segunda barrera perversa de exclusividad positiva.
Sonrío y siento ternura por el que me coloca en el pedestal de los diferentes. Pero ese también me recuerda que mi piel es diferente, hecha a retazos imperfectos, y distinguible porque nunca será un saldo: solo será destruible o admirable.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Niño, cuánto te quiero cuando escribes lo que nadie escribe.

Ocala dijo...

Y no sabes cuánto te quiero cuando me dices esas cosas

Ocala dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lurdes Orellana dijo...

Chiquillo!!! anímate a escribir que se te echa de menos. Como no escribes na nuevo, te repito lo hermoso que me parece este texto. Un besote, Lurdes.

Ocala dijo...

Ya ves, tus deseos órdenes, jaja. Qué guapa eres!! Y cuando no sale, no sale. Besazos, Lurdes