miércoles, 2 de diciembre de 2009

1 de diciembre

Todos los unos de diciembre hago un auténtico rally sorteando las noticias que van más allá del hoy se conmemora el día del sida. En muchas hay esperanza, drama y catarsis colectiva en partes iguales, pero todas consiguen arruinarme el día. Ese día me recuerdan mi muerte crónica, mis silencios, voluntarios o no, mi terror cuando lo supe. Me recuerdan otra vez mi diferencia, la marginación que he sufrido, el cariño que no me ha faltado, la salud siempre impoluta y el vértigo que aceptó mi enamorado.
Comprendo la concienciación, el horror en otros lugares, la militancia necesaria y todas esas grandes declaraciones, pero consiguen que mis últimas pastillas del día sean nuevamente vitales, que me agarre al momento cuando la nave se rompe.
El uno de diciembre no es el día del sida, es el día de los que celebran no tenerlo.

P.D. emocional: el uno de diciembre solo pude olvidarme de mi virus mientras follaba.

2 comentarios:

Lurdes Orellana dijo...

La espera ha merecido la pena. Me has dejado de piedra con tu última frase. Grandiosa. El texto, como siempre, maravilloso. Besotes

Ocala dijo...

¡Qué bueno leer estas cosas cuando uno nunca sabe con seguridad! Besazos