miércoles, 22 de diciembre de 2010

Lejos de la tierra quemada (evaluación por competencias)

Pensaba en Yago estos días de final de trabajo: 18 años, guapo, sexual, con ganas de vivir y sin puntos cardinales ya. Pensaba en las ochos horas a la semana que paso con él. Pensaba en las cosas por las que me pagan: los ablativos absolutos, los casos, Atenas, Roma, el acusativo de relación, el legado arqueológico, la prueba de selectividad. Y pensaba en aquel café donde me contó sin más lo único importante, lo que uno siente, lo que quiere sentir, lo que duele sentir, la dificultad de actuar, de decir, de ser. Al día siguiente vino para hacer el examen. No sabía nada de casos, ni análisis sintácticos. Suspendió. Suspendió ocho horas a la semana durante tres meses. No me pagan por escucharlo, por ayudar a construir una persona.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Suspendio una asignatura... pero aprobo otra cosa... saber q le importa a alguien... Y eso es, creo yo, un 9 en la escala de la felicidad...
A ti no te pagan por escucharle... pero estoy seguro de q, para ti, eso es un 7 (por lo menos) en la misma escala.
Oscar

Ocala dijo...

Sí, más de un siete, pero qué mal lo hacemos...