jueves, 16 de julio de 2009

Silencios compartidos (p)

"Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y solo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro." Borges y yo

Necesitaba sexo así, directo, sencillo, intenso, con amor humano verdadero, sin derrotas ni exigencias, solo dos hombres comprometidos con el placer: tienes foto? no. como eres? delgado, alto, normal. edad? 21. k te va? de todo un poco, a ti? versatil. te doy dirección? ok. avisa cuando salgas. tardaras mucho? ducha y autobús. salgo para alla. ciao.
Nunca había sido tan frío, nunca tan pocos detalles sexuales, juegos previos, gustos particulares. Nunca había faltado un mínimo guión y sin embargo ha sido perfecto, dejarse llevar y una sonrisa de despedida. Necesitaba sentir que cometo pecado de libertad, que los necios son ellos, que no tengo que ver con aquellos que soñé como amigos.
Ayer volví a ver a mi primer novio. La sensación de descontrol, desvalimiento, rigidez fue la misma de siempre. Ni una palabra entre nosotros, saber que nos hemos visto sin saludarnos. Él con su juego destructivo de hetero y yo con mi dignidad coronada de insultos. Me gustó su físico y me alejé. Sé que le dolió y él sabe que como siempre ganó.
Fue extraño reencontrarte con todo tu pasado en la misma terraza. Tu primera relación gay adolescente y aquellos que se fingen o se creen tus amigos. La distancia hacia ellos era la misma. No podía contarles el descontrol, la imposibilidad de hablarle. Eran un mero juego de sociabilidad.
Luego vinieron la conversaciones estúpidas, los tópicos sin gracia, el saber que para ellos eres la planta exótica y para ti todo lo que no te gusta de cierta vida grupal: la competitividad, la uniformidad, el pensamiento único pueril, los coqueteos con la simpleza neofascista.
Y después la explosión. Dan igual los detalles. Aquel al que quisiste te señala con el dedo como los demás no se atreven. Se marcan las fronteras y reconoces que ya no los quieres, que no te importan, que no te gusta lo que dicen, lo que piensan, lo que sienten. El cariño es un resto del pasado maléfico.
Todavía duelen las piernas por el sexo y duelen los afectos por su ausencia. Fui de ellos, pero ya no. Nunca lo fui pero siempre lo quise ser. Ahora ya no quiero.

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