sábado, 29 de agosto de 2009

Gone but not forgotten



Podría vivir en unas montañas perdidas, en un pequeño pueblo con mar, incluso en la ciudad paleta, si al volver a casa una sonrisa de hombre me estuviera esperando. Podría bastarme con un abrazo, con un libro abandonado, con una película de final feliz si en mi cama alguien deseara algo más que mi miembro. Podría dejar de soñar con canales de bienestar, con vidas propias audaces, con ser algo más que aquel que escribe frente al ordenador, si alguien me dijera que merecía la pena esperar por verme sonreír. Podría mirar sin cansarme los ojos, los labios, los brazos de aquel que me desea y por quien deseo.
Pero solo quedan las películas, los libros por leer, los escritos fallidos, el sexo agotador, los humos liberadores, los labios amicales que solo destilan ternura. No es el ansia de buscar, ni la necesidad del encuentro ni una cara abatida que se sabe mayor. Dentro sigue existiendo el que moriría por amor, el que esperaría cada noche para empezar una cena a dos, aquel que sabe que con un te quiero le basta.
Repaso mi vida placentera, mis amores correspondidos sin sexo, las pasiones que me liberan, mi ansia de humanidad solitaria, los alumnos que me hacen necesario. Repaso las horas de felicidad en mi rincón, los objetos que redecoran mi casa, los pocos amigos a los que quiero. Pero sigo esperando sin guión a que las lágrimas sean mi vida y no un dulce reflejo de la pantalla.

1 comentario:

Unknown dijo...

Sin falsa modestia, este tuyo es mejor. Más verdadero. Un beso.