jueves, 28 de enero de 2010

Activista artístico

Entre tantos burdos fantasmas me atrae la combinación de activismo y arte. No puedo ser activista, me falta la confianza en que los grupos puedan ser suma de individuos. El contacto a dos me resulta emocionante, creador, erótico. Me tranquiliza tener al otro solo para mí. La muchedumbre hace que solo pueda pensar en tópicos gastados, que me convierta en masa solo dispuesta a la inacción o a huir.
Para el arte me falta paciencia, constancia, musas que se renueven cada día, un hilo conductor que se prolongue durante meses y no haga desvanecer los logros. Querría que alguien cantara por mí y no tener que intentar la ordenación de sentimientos, la búsqueda de palabras que contengan la exactitud, la originalidad, la verdad. Desisto de la creación para reproducirme en un eterno standby.
Me sorprende que todavía no haya llegado el hastío aunque observo signos de falta de vida. Me prometí no hacer literatura con las pasiones ni engañar con los afectos. Prefiero mentir en el sexo, mentir a los humanos simples, que faltar a las palabras. Sería como defraudar a Kuro cuando abre la boca y estira la pata con su mirada más canina. La escritura no es diálogo, casi ni monólogo, solo debe ser fluir interior. Es el amor a distancia que nunca se desgasta.

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