martes, 14 de abril de 2009

Aires de verdad

"Mi indiferencia natural, curtida en mil batallas contra la pereza..."

Es un error querer buscar la verdad, más incluso decirla. Todos necesitamos el baile prefijado que otorga puestos y dances. No sé si queremos que el otro sea algo más allá que el lugar que le hemos asignado. Al final, siempre se quiere otra vida.
Y esa vida libre, soberana, autónoma se derrite poco a poco. Se me escapa entre los dedos. Es siempre parecido aprendizaje: aclaman la verdad, la ofrecen como bien insustituible y la alejan de ti si no es conveniente. No hay necesidad de saber, solo de colgar carteles que nos tranquilicen.
A veces las palabras se vuelven basura del alma. Te pertenecieron, te explotaron y solo queda la necesidad de tirarlas. Vas acumulando desperdicios que, sin embargo, son tan tuyos como el espléndido traje recién comprado.
Son muchos años, quizá demasiados, cumpliendo con el voto sagrado de la exclusión, mirando siempre hacia atrás para poder dar unos pequeños pasos. Descubría ayer entre humos tóxicos que quizá solo se llena mi vida si alguien decide por mí, si me guían por caminos aunque no sean propios.
Mis apuestas verdaderas, como las de todos, se estrellan en círculos de verdad. Tengo la sensación de solo poder dirigir aquello que es superficial. Nunca me moví bien en la sociedad. No sé qué debo hacer, qué es lo apropiado para cada situación. Intento aprender de la señales que deja la gente, pero son tan dispares... Me muevo entre miles de caminos que llevan siempre a una vida ajena.
Volví a sentirme ingenuo, inocente como el niño que sonríe creyendo que lo ha hecho bien. Ahora me siento cansado, anciano de fracasos. Puta montaña rusa de sentimientos y puta ansia de soledad verdadera.

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