viernes, 22 de mayo de 2009

Francisco (p)

Francisco es un retrasado mental de Calatayud, tierno, cariñoso y que escucha. Lo conocí ayer, después de bastante alcohol y de un enfrentamiento con la autoridad. Le preocupaba mucho mi edad, pero sobre todo me sonreía. Vi las caras de hartazgo de mis cachorros. Le gustan las mujeres y no se puede controlar. Escuchó mis palabras con arrobo y atención como el más atento de mis alumnos.
Paseamos por ese pueblo que algunos construyen infame cogidos del hombro. Me guió hasta mi coche y me pidió una vuelta. Vi las caras burlonas de seres inhumanos cuando entré a comprar tabaco en un bar. Me hacía caso. Era pacífico, tierno y sabía esperar. Me habló de su amor por una chica. Sonreía con cara franca y decía que sí a todas mis recomendaciones. No creo que las cumpla. Seguirá persiguiendo chicas y siendo inconveniente.
Sufrí la crueldad de unas descerebradas que lo llamaron para burlarse. Es el tonto del pueblo. Me atendió, no fue a su llamada y esperó pacientemente a que yo terminara de insultarlas. Nos fumamos un cigarro y hablamos de nuestras cosas. Me preguntó una vez más la edad y fue feliz porque iba a montarse en mi coche. Aquellas inhumanas pretendían insultarnos por mi homosexualidad manifiesta, por ser solo persona con Francisco.
Lo llevé donde me dijo.Prometió visitarme el lunes en el instituto. Él quería venir a las dos. Le convencí para que viniera a las doce. Nos llamamos guapos con cariño y apretó mi mano con intensidad cuando se bajó del coche. Creo que sentimos parecido.
No seguirá mis consejos ni vendrá a verme el lunes, pero por unos instantes fuimos felices. Me sentí más lleno que en una conversación pseudocientífica. Lo vi marcharse poniéndose los auriculares que tanto le gustaban.
Conduje mi coche algo borracho en el viaje de vuelta. La autovía no se movía. Fui feliz esa noche con mis alumnos y con Francisco.
Ellos también son Calatayud pero solo puedo sentir asco por ese pueblo.

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