lunes, 22 de febrero de 2010

Ego non te absolvo pecatis tuis (p)

No entiendo esa nostalgia por la transición, esa imagen pura de que por fin los españoles pudimos ponernos de acuerdo. Muchos la aplauden o desean la vuelta a su espíritu porque todos supieron renunciar y convivir en paz. Es verdad que todos renunciaron: los unos a torturar a homosexuales, a considerar infrapersonas a sus súbditos, a pensar que todos no somos iguales, a decidir sin oír, a sumir a cada individuo en la podredumbre; los otros renunciaron a procesar a los torturadores, a la libre elección en la jefatura del estado, a pedir cuentas por atroces crímenes, a encausar a un ministro de un gobierno fascista, a construir una democracia de individuos, a escupir en la cara al que los humilló y denigró.
Fui partidario de la negociación con ETA, pero sé quiénes son los malos. Todos, menos ellos, somos víctimas del fascismo.

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