viernes, 16 de abril de 2010

Vampiros de ego (p)


"Hay gente que no soporta el dolor ajeno, otros no saben vivir la felicidad y buscan como vampiros destruir la que no les pertenece" Loscaar. Cartas íntimas

Aprendí hace tiempo que la salvación solo existe en la vida propia, nunca en la ajena. Intento manejar mis días y desgastar mis horas. Viví la locura del que no quiere reconocerse. Instalé en los demás mi dicha y mi bienestar y enloquecí de presunción y amor tóxico.
Vi también cómo los ojos de muchos quieren en ti transformar su vida, cómo el afecto no es más que la excusa para hacer de tu existencia la mímesis de su horror. He sufrido demasiado, sin sentido, orgulloso de que el dolor fuera la única manera de poder sentirse vivo. He caminado por la tristeza diaria, esa que te hace sonreír y que te provoca la dicha de un vacío que nunca se llena.
Pero siempre supe que yo cuidaba con mimos esas llagas. Era extraña esa sensación de ver la realidad y la locura con la misma intensidad. Y solo en el amor erré al vivir en el otro, al intentar ser en otra persona, al prolongar mi vida en la del otro y exigir ser solo uno.
Aprendí la cara de la succión, el mundo como prolongación natural de mi tristeza. Quise desgastar la cara seca, ajena, placenteramente fría de la realidad. Pero pasó a ser simplemente mi objeto, aquel que media entre lo inevitable y mi decisión de placer.
Respiro aires de sillas colmadas de ego intransferible, de deseo de ser en el belleza, en el placer, en la verdad. Aspiro a no provocar dolor, no busco convertir la vida de nadie en trozos de mi pesar. Sé compartir el horror, pero no serlo.

Pd. inmanente: A Pablo L., que sabe que la literatura también influye en la vida.

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