domingo, 13 de septiembre de 2009

De símbolos y martirios

La diatriba sobre el puño en alto y la internacional en el acto de un sindicato de clase resulta esperpéntica cuando los reclamantes son las derechas, sobre todo la católica. Escandalizados deberíamos estar los que somos de izquierdas ante tal demostración de cinismo por parte de los socialistas. Su política económica se mueve entre los parámetros del liberalismo y su renuncia al cambio de modelo capitalista es bien sabida. Solo entiendo su juego con los símbolos como uno más de sus fraudes publicitarios: proletarios del mundo, uniros para mantener las sicav, la eliminación del impuesto sobre el patrimonio y que los empresarios declaren menos al fisco que sus trabajadores.
Pero que el vociferante sea un católico que me obliga a tragarme en las instituciones que son de todos crucifijos mil, biblias por doquier y presida actos religiosos que no son míos, me parece sencillamente vomitivo. Hasta los funerales de estado (mi ateísmo no debe dejarme formar parte de él) son religiosos.
Oía estos días a pulidos bienpensantes que esos símbolos de puño en alto e internacional han matado a mucha gente en la historia de la humanidad. Imagino que se olvidan de las cruzadas, de la inquisición, del nacionalcatolicismo español y del pope Ratzinger hablando de homosexuales y seropositivos. Revisemos la exhibición pública de símbolos, eliminemos los crucifijos de las iglesias. Pero antes de acabar con la imaginería molesta en actos conciliares (fiesta sindical y sacrificio incruento de la misa), acabemos con biblias y crucifijos en las juras de ministros y con un rey que ostenta el título de rey católico: los espacios públicos son de todos los ciudadanos, las fiestas de la fe sindical y cristiana de sus adeptos.

No hay comentarios: