domingo, 6 de septiembre de 2009

Alan (p)

Recolectamos mamadas como los necrófilos que exhiben sus trofeos de caza. Añadimos estadísticas sexuales a nuestros perfiles de vómito carnal: follo una tres cinco veces a la semana, a todas horas , en el parque, en la cama al lado de mi ex-novio. Convertimos la sagrada obligación humana del placer en mera marca biológica.
Dan igual los reproches, los gritos del interior, las súplicas más o menos veladas. El dolor reside en ser solo un objeto sexual para los que tú adoras. Catulo, deja de hacer tonterías y considera perdido lo que ves que se perdió. Se perdió la juventud, se perdió formar parte de los cuerpos gloriosos, de la inmortalidad inconsciente y placentera, ser perdió la posibilidad de poder ser uno en dos.
Te follarán, pero no te amarán para querer vivir en la casita de madera aislada del mundo. Te querrán en el orgasmo, pero no con la intención de perder todos sus días en tu compañía. Buscarán tu miembro, pero como parte nefanda de los pecados de juventud.
Y tú imaginas viajes cándidos, playas nudistas semi-vacías, porros con un cuerpo excitado que sonríe, felaciones marinas que acaban en abrazos de juegos infantiles. Deseas soledades vitalistas, borracheras a dos hasta el amanacer, desmesuras de carcajadas y silencios en las miradas. Pero solo te queda exhibir tu rabo enhiesto como único nexo posible. Te alejan de la posibilidad de ser algo más que una eterna corrida.

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