sábado, 13 de marzo de 2010

Ocala versus senectutem


"Me han pedido que olvide todo, en fin..."

Quizá todas las palabras solo quieren acallar lo que el alcohol, los vapores y las arrugas vieron en la noche de los placeres: volver a ser en juventud. Hubiera abrazado de nuevo el sexo equivocado, la cintura que dibuja senos. Hubiera vuelto a derrochar imposibles, a intuir que lo único necesario es prolongar la excesividad, a enamorarme de todos lo cuerpos que se me niegan.
Quise ser otra vez en plenitud, con hedonés malcarados pero con la seguridad de que al día siguiente la cara en el espejo es fresca en el cansancio. No añoro tiempos pasados, solo un presente donde el cuerpo sea lo que fue. Acerté en mis crisis, en mis desaforadas angustias frente al paso del tiempo. Intuía, ahora lo sé, que solo quiero ese paraíso de la carne eternamente, que no me sirven las experiencias, las sabidurías parciales, las elecciones acertadas, el dominio débil de la autoestima.
Necesito lo que nunca más tendré, lo que lloré en el macabro rito de plenitud y decrepitud.

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