miércoles, 7 de octubre de 2009

El instante de los pesos perdidos (p)

Me hablaron de la felicidad, del amor a los padres, a la patria, de las ilusiones, de la sensatez. Me hablaron en otro tiempo y casi no lo recuerdo. Me enseñaron a ser parte del conjunto, a recibir con alegría la aprobación de los demás. Me trataron casi siempre con dulzura y cariño. Me alabaron y consiguieron su animal social. Queda poco de todo aquello, solo las ganas del placer y la sensación de que algo nuevo puede ocurrir.
Hoy no he descubierto ningún secreto, no he tenido que confesar nada. Solo he respondido a la pregunta, esa que separa, define y hace especial. He soñado muchas veces con sentir felicidad al decirme gay, incluso he deseado no sentir ante la palabra. Había experimentado el dolor, el orgullo, la rabia, el desprecio, la adrenalina del digno apaleado, pero nunca la sencillez, la indiferencia.
Deseé siempre no tener una doble piel, no tener un peso agradable que agota. Hoy por fin he podido decir con una sola voz, con un solo peso, el mío, no el de los otros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un beso.
Pablo.