sábado, 3 de octubre de 2009

Mitos olvidados

Los lugares se desgastan cuando no te importan los amantes de hace veinte años, cuando no los saludas y se convierten en arqueologías molestas. Ya no te duelen los plantones y la novedad consiste en las cartas de pago o en las redes de la virtualidad más cercana.
No esperas ya y la cohorte de indecisos, angustiados, bisexuales sin futuro, mentirosos compulsivos y masturbadores de la nada se convierte en una lista de agravios sin remedio. La calle ya no es el lugar lleno de esperanzas sexuales, de promesas de sonrisas y abrazos desbaratados. Es solo un medio de tránsito hacia la placidez, hacia el disimulo del placer.
La madurez es solo un estado intermedio en el que desprecias las leyes del mercado. Buscas la sencillez del placer y la complicación de los sentimientos, pero no los bailes absurdos que te hicieron daño y de los que fuiste la estrella principal. Los ocasos dependen de la perspectiva y de la inocencia en la mirada. Conservo la mía aunque la perspectiva envejezca.
Atisbo mi ciudad casi sin rencor pero con el cuerpo y la mirada agotados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

retirando hojas secas de la cama

Ocala dijo...

descubriendo que casi no hay

Carmen Sánchez dijo...

"Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero los hombres cuando las sienten demasiado se convierten en bestias". Sentirlas en su justa medida, ni demasiado ni demasiado poco, despojadas de la pasión que tuvieron en día y que te enajenaba, es síntoma de madurez. Cuanto hemos meado fuera de tiesto, cuantas andadas.