sábado, 31 de diciembre de 2011
Y en el reloj de antaño...
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Fortuna iuvat audentes
martes, 6 de diciembre de 2011
Kuro y las apariencias
viernes, 2 de diciembre de 2011
Mi sueldo de profesor público
En estos días me siento como vaca previa cita al matadero. Oigo, veo, leo los medios de comunicación que pronostican que me quitarán las chuletas, el tajo bajo o que me harán un corte a la argentina. Sigo con mis clases, mis alumnos, con esa tarea, tan capital según dicen, de la educación, pensando si van a reforzar mi autoridad o van a cambiar otra vez el sistema educativo, pero viendo que, a efectos de todo, sigo siendo el funcionario sospechoso de causar todos los males, vago, portador de demasiadas vacaciones, pocas horas de trabajo, una desidia cuasi institucional, y, lo más importante, digno de escarnio público.
Leía en un periódico serio que Cristiano Ronaldo buscaba casa en Como a partir de cinco millones de euros. Sé que no tengo sus piernas, sus abdominales, su cara, sus maravillosos glúteos. Sé que no levanto las mismas pasiones que él cuando paseo por clase hablando de ablativos, libertades, autonomía personal, discriminación, igualdad social, autoestima. Sé que juego muy mal al fútbol, siempre ha sido así.
¿Pero de verdad mi aportación al bien social (formar científica y humanamente, en valores, a mis alumnos) vale tan poco para esta sociedad? Disfruto con mi trabajo, pero me siento un paria cuando compruebo lo que efectivamente piensa de mí la sociedad a través del sueldo que me da y que da a otros.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
viernes, 28 de octubre de 2011
Tiempos de VIH
lunes, 10 de octubre de 2011
El programa declarado del PP
domingo, 9 de octubre de 2011
20 N: mis razones del miedo al PP
miércoles, 28 de septiembre de 2011
lunes, 18 de julio de 2011
Verdades evidentes pero siempre dolorosas
martes, 19 de abril de 2011
Edipo postcoital
lunes, 11 de abril de 2011
Epístola moral a una ministra
Señora Ministra de Sanidad:
Me confieso un descarriado, un inadaptado en esta sociedad de pretensiones de inmortalidad. Aunque imagino que está bien soñar que es así. Quizá podría cambiar el nombre de su ministerio por el de Inmortalidad. Ya me dijeron hace tiempo que era mortal, que el principio del fin podría producirse en cualquier momento. Para ello tomo diariamente unas cuantas pastillas. Pero sé que moriré. No sé cuándo, pero llegará. Me gusta vivir, pero vivir como pueda y quiera. Mis análisis son buenos, mi estado general casi excelente, como verduras, frutas, alimentos saludables, pago mis impuestos casi gustosamente, trabajo con decoro y dedicación, soy amable, sonrío cuando puedo.
Pero me gusta fumar, quiero fumar. Comprendo Su preocupación por la salud ajena, comprendo que no debo molestar al prójimo. Pero sus motivaciones son algo más puritanas para mi desgracia. Pretende decidir cómo debo morir. Pretende inmiscuirse en mis pocas decisiones personales. Entre mi cigarro y yo pretende establecer un valor supremo, el de Mi Salud, pero sin preguntar, sin querer saber mis razones.
Su última campaña de fotos desagradables no me hará desistir en mi empeño, el de ser un poco libre a pesar de mis marcadores tumorales. Me siento agobiado (también un poco honrado por tanta dedicación) y cada vez más ciudadano, ciudadano que se arroga en la misma medida que Usted el derecho a chillar, esta vez no mediante fotos (prefiero los cuerpos desnudos, son menos agresivos) sino con palabras.
Sigo escribiendo con el cigarrillo en la mano e imagino el gesto de cabeza negativo. No sé qué se sentirá Usted, si valenciana, española, europea… Yo tan solo un animal humano al que trajeron aquí hace bastante tiempo. Querría dejarle la construcción de naciones e ideales a Usted.
Tan solo me conformaría con que no me chillara más.
All I wanted is to survive
viernes, 4 de marzo de 2011
De psicopedagogos, padres y demás adláteres
domingo, 23 de enero de 2011
La boda de Ítalo (p)
Al cliente se le esponjó el corazón, vio por primera vez esa distancia que los separaba y que los unía. Lloró de alegría en su interior cuando esos labios relataban los papeles por fin ansiados, el viaje a su país con su nueva casa, casi acabada y habitada por su abuela. Su cara era más joven.
Brindaron por sus papeles, por sus sueños, y el cliente sintió su edad, su necesidad de cuidar. Deseó solo tener ese cuerpo y poder sentirse digno de él. Tuvieron sexo, intenso, explícito, de bocas que solo desean el miembro del otro, de bocas que hacen jadear como orgamos. Los dos se corrieron como lo hacen los enamorados. Los dos fueron felices por un instante. Y los dos se arreglaron deprisa, inquietos, felices como lo hacen los infieles.
El cliente añadió más dinero al regalo de boda. Se abrazaron como familiares incestuosos. No se besaron en la boca, casi nunca lo habían hecho. El cliente vio el brillo de sus ojos, la lágrimas reprimidas. Le deseó verdadera felicidad, próspera individualidad. Dijo sí a un banquete a dos, en su casa.
Todo fue otra vez armoniosa locura, delirios de realidad.
lunes, 17 de enero de 2011
sábado, 15 de enero de 2011
Plan B (p)
Son las cinco de la tarde y suena President, pequeña ópera trágica de ambigüedades y gestos. Me gustaría que solo importaran los gestos, pero sonrío, es inevitable.
Iré a Copenhagen, donde nunca se encuentra la soledad...
jueves, 13 de enero de 2011
Noemí
En esa mirada infantil me impactaban los versos de una canción: "pero yo solo he visto gente muy obediente hasta en la cama, gente que tan solo pide vivir su vida, sin más mentiras, y en paz". Los gurus de la oscuridad anunciaban las sietes plagas con una sonrisa de superioridad macabra. Cuando oigo a muchos profesores, padres y demás adultos carentes de memoria propia hablar de las cachorros humanos, siento esa misma sensación.
Noemí tenía dieciséis años, era morena y todos los fracasos escolares posibles. Los informes la calificaban de habladora, nada interasada en los estudios y perturbadora del orden de la clase. Tenía una risa estridente que estallaba por cualquier motivo, se preocupaba de su pelo y arreglo con dedicación. Un día se acercó con su sonrisa habitual, aunque algo más fuera de sí, pidiendo un psicólogo. Lo pedía como quien pide un caramelo o un regalo barato. Después, ya fuera de la clase, me habló de su familia, de los maltratos, del miedo a su padre que portaba pistola, de una separación que podía anunciar muerte, del pánico a vivir. Lloró. Nunca había hablado con nadie. Nadie sabía su historia. La acompañé al psicólogo. Estaba nerviosa pero agradecida.
Dos años después, me saludó por la calle otra vez, con su sonrisa franca y su pelo teñido de rubio. Estudiaba peluquería y su expadre estaba muy lejos, en otra ciudad. Todo marchaba bien. Me dijo que había estado en el insituto y que había preguntado por mí. Me dijo que seguía igual de guapo. Nos despedimos con alegría verdadera. Hoy la he vuelto a ver y su sonrisa sigue tranquila.
miércoles, 12 de enero de 2011
Desagravio de amor
"Solo es posible agachar la cabeza y decidir, decidir ser y querer y cerrar los ojos a tu esencia"
Se olvidan los sufrimientos del desamor, de los miedos ante la debilidad, de la idea de que la vida es ridícula y sin sentido. Te acostumbras a ser otra vez solo, te aseguras en las pequeñas cosas que hacen tu vida igual o diferente. Y deseas la rutina, la rutina de los animales, fuera de toda emoción salvaje, de toda pasión descontrolada. Te prometes que la próxima vez sabrás vivir mejor, sabrás controlar tus impulsos, sabrás dejar atrás las penas negras que solo pertenecen a ti mismo.
Me gustaría borrar las últimas horas, las últimas palabras, los últimos ojos tristes que se contagian. Me gustaría sospechar que es difícil vivir en las inseguridades, que las culpas están en los hados o en la sociedad. Sería sencillo buscar culpables pero imposible encontrarlos.
Ahora camino con seguridad, la seguridad del que solo quiere seguir, del que aspira a todo con las manos de la inocencia.
domingo, 9 de enero de 2011
Al cerrar la cremallera de la mochila (p)
...y aquella noche el profesor se acostó con ganas de soñar y amar.