miércoles, 23 de diciembre de 2009

Send in the clowns (mañanas de bienestar)

Pararía de escribir si me preguntaran qué quieres amor. Detendría la incesante búsqueda de la sabiduría si pudiera compartir esta música con tus ojos clavados en mi nuca. Dejaría de preguntar tu altura, tu peso, tus medidas si me llevaras en volandas entre tu sonrisa y la mía. No busco un retiro pero estoy cansado de excitar mis sentidos sin buscar tu mano.
No me gusta andar a tientas sabiendo que nada pasará, sabiendo que al final no te echaré de menos o que me querrás para cubrir huecos en tu tiempo. No cuelgan de mis labios lágrimas tormentosas, solo ingenuidad gastada. No vivo vidas cruzadas ni me espantan los talleres de la soledad. Resisto porque cada bocanada de tu cuerpo me persigue. Me siento enfrente de tus promesas aunque sepa que soy para ti uno más en la cuenta.
Me acostumbré a esperar y quizá ya no sepa más que decir sí a tus demandas. Querría golpearte el hombro y hacer que vuelvas a mi llamada. Mitad del tiempo, mitad de la vida, mitad de la carrera de los honores. Miro siempre al otro lado, despejo los sueños cotidianos y solo aspiro a la perfección. No acumulo esperanzas torcidas. Solo espero las palabras de verdad que quiero oír a tu lado.

martes, 15 de diciembre de 2009

Ítalo (p)

Vienen de sus países a las tierras opulentas con los oídos abiertos y las manos llenas de fuerzas. Nos ofrecen sus cuerpos y sus ganas de ser algo mejor, pero pronto aprenden que la nación y sus garras de diferencia los excluyen del selecto mercado y de la consideración. Prostituyen sus músculos y sus ideas, negocian con nuestro miserable desprecio y olvidan que algún día fueron otra cosa.
Ítalo quiere clases de español. Ya conocía su cuerpo. Llegamos a un acuerdo, tenía ganas de "por fin hablar y escribir bien español". Recordaba a mis alumnos de la mañana, los legales blanquitos. No querían saber el significado de las palabras. Les daba igual si libertad no es callar ante los gritos de la autoridad.
Pocos podrían regalar su cuerpo a cambio de dinero como Ítalo. Pero son capaces de entregar su mente.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Optimista a mi pesar

Hoy he vuelto a coger mi coche que dejé aparcado en zona no apropiada según los xenófobos. Estaba, lo dejé, abierto. Cuando he entrado faltaba el equipo de música y una portezuela estaba abierta. Ya estaba pensando en cuánto me había costado el viaje por mi despiste y qué nueva chuchería tecnológica y bonita compraría para compensar, cuando he visto que el equipo estaba en el suelo escondido y que la portezuela solo fue abierta para intentar meterlo. Alguien vio el coche abierto, se fijó en el radiocasete extraíble y decidió que debía cuidarme.
Hice bien en dar un euro a aquel rumano que solo hizo gestos para que aparcara en una plaza libre para cualquiera y en tomarme un café en aquel bar de dominicanos libre de tabaco. Gané la visión de unos pectorales jóvenes y contundentes y reforcé mi sentimiento de apátrida bondadoso.

Egos demasiado conscientes

Me inculcaron demasiado el respeto al otro, la mirada obsesiva de lo que deseaba y prefería. Imagino que es difícil encontrar el equilibrio, pero siento demasiadas veces ser un guiñapo sin gustos ni capacidad de afirmación. Me sorprende que el egoísta use su apisonadora sin atisbo de compasión, que todo sea un juego de fuerzas donde las reglas cambian al antojo de otros y que la protesta comedida cause admiración e incluso indignación.
Pensaba en lo sencillo de las relaciones humanas basadas en la inocencia, en la igualdad, en la asunción de pactos solo de dos. Pero todo se corrompe cuando la capacidad de cosificación es grandiosa, cuando alguien se cree más eterno que los demás, más sublime.
No me quedan otros caminos que los del aislamiento. Tampoco renuncio a las miradas cálidas, aunque prefiero las marcadas por el mercantilismo.
No desdeño ni recelo con amargura, solo constato que la carga me es injusta, que no quiero ser partícipe de la desaparición de los lazos humanos de la cultura. Me siento bien en la lejanía porque la mayoría solo quiere posar sobre mí la pesada zarpa de su yo.

Yo no he sido

Quizá oigo demasiadas veces al día "yo no he sido". Los individuos silenciosos se escabullen en la falta de compromiso consigo mismos y lanzan sus palabras contra el otro que solo mira y pregunta.
Eres tú quien vota a un partido con líderes otrora fascistas, que no quiere que yo tenga todos mis derechos y que quiere un velo de santidad impuesto. Eres tú quien pertenece al club de la cruz hiriente que me llama enfermo, me odia y me desprecia. Eres tú quien pide subsidios y no justicia social. Eres tú quien lleva a sus hijos a colegios religiosos siendo ateo. Eres tú quien me juró amor eterno y ahora se marcha. Eres tú quien me enseñó su foto de cuerpo esculpido y se presenta con la grasa rebosante. Eres tú quien me asedia con su locuacidad sin darme espacio para mis silencios. Eres tú quien incumplió sus promesas. Eres tú quien sonríe ante los gritos de nenaza a un niño que no quiere ser macho atávico. Eres tú quien se enfunda en su trapo colorista y me degrada en humanidad. Eres tú quien manda a sus féminas a fregar mientras agarra el puro enhiesto de autocomplacencia. Eres tú quien lee, ve o escucha a neofascistas recauchutados.
No soy puro y me revuelco en contradicciones, pero en las mías. Solo espero que no me cuelgues las tuyas y pretendas que permanezca impasible ante tu putrefacción.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

1 de diciembre

Todos los unos de diciembre hago un auténtico rally sorteando las noticias que van más allá del hoy se conmemora el día del sida. En muchas hay esperanza, drama y catarsis colectiva en partes iguales, pero todas consiguen arruinarme el día. Ese día me recuerdan mi muerte crónica, mis silencios, voluntarios o no, mi terror cuando lo supe. Me recuerdan otra vez mi diferencia, la marginación que he sufrido, el cariño que no me ha faltado, la salud siempre impoluta y el vértigo que aceptó mi enamorado.
Comprendo la concienciación, el horror en otros lugares, la militancia necesaria y todas esas grandes declaraciones, pero consiguen que mis últimas pastillas del día sean nuevamente vitales, que me agarre al momento cuando la nave se rompe.
El uno de diciembre no es el día del sida, es el día de los que celebran no tenerlo.

P.D. emocional: el uno de diciembre solo pude olvidarme de mi virus mientras follaba.

El sentido de la vida

"Solo deseo la soledad de unos pocos"

No necesito buscarle un sentido a vivir. Sería el mismo, lo fui, si pensara en vidas ultraterrenas, en destinos de la especie o en dejar a alguien una huella de mí. Aspiro solo a momentos placenteros que se prolonguen y me aterra la pérdida de la juventud y la asunción de la decrepitud. Lloré demasiado por la muerte que ahora solo me espanta no tener un cuerpo glorioso a mi lado, una mirada donde pueda descansar. Siento vértigo ante la posibilidad de que todo lo que me produce dicha se evapore y que la suma de placeres deje el vacío en mi cuenta.
Hoy he visto el terror, quizá el odio en los ojos, cuando he puesto la pantalla de sí mismos ante los ojos de una clase. He visto surgir fantasmas de diferencia, seres que se apropiaban de la hachas de la tribu. No he sentido miedo, solo quizá sensación de fracaso. He oído la estupidez que habla de naciones, trípodes sagrados y constantes históricas.
No he podido mirar a esos a los que defendía por pudor, por ser culpable de poder y opulencia. Sé que habrán sentido mi calor y que mirarles no tenía mucho sentido cuando los dientes estaban al lado. Me duele haberles puesto a la vista que sus iguales los hacen diferentes, que los grupos solo sirven cuando se construyen uno a uno. Habrán comprendido que la sociedad es la excusa de algunos que quieren ser crueles.
Hoy me han recordado que hago bien cuando pueblo mi cama y cuerpo de penetraciones extranjeras, de embestidas extrañas que solo buscan el bienestar en el sexo del otro. Hoy me han confirmado que no formo parte de nombres eternos ni trapos pintados. Hoy han derrotado mi confianza en verlos cambiar pero me han enseñado la fortuna de la soledad.

martes, 17 de noviembre de 2009

De positivos y homotemáticos

El lenguaje políticamente correcto, que detesto en gran medida, sirve para que los marginados o minorías despreciadas no tengamos que recibir la lanza de la palabra añadida a la de la realidad. Ser seropositivo abre las puertas y la atención sin trabas en cualquier centro médico público. Casi no se piden más datos, ni más comprobaciones: tu palabra vale como la de cualquier papel burocrático exigido al resto de enfermos. Todos parecen mantener la calma. Muchos aumentan su cortesía, amabilidad, cariño, pero en casi todos ves el espectro de la muerte. La cronificación de la enfermedad no ha supuesto la eliminación de la mirada aterradora, de la consideración de ser especial que espera cualquier imprevisto para morirse. Las citaciones son raudas y las miradas o voces tienen ganas de huir de ti aunque un ojo ajeno no acostumbrado a la mortalidad diaria no lo note. No llegan al absurdo de hablarte de su maravilloso amigo seropositivo (todos los somos como todos los homosexuales) y establecer esa segunda barrera perversa de exclusividad positiva.
Sonrío y siento ternura por el que me coloca en el pedestal de los diferentes. Pero ese también me recuerda que mi piel es diferente, hecha a retazos imperfectos, y distinguible porque nunca será un saldo: solo será destruible o admirable.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Suum cuique

Los ánimos, las esperanzas diversas, las luchas de poder sentimental hacen de la aspiración por la libertad casi un juego de palabras. Cada uno espera lo que espera y pide lo que pide y el juego del yo y el tú se sitúa demasiadas veces bajo las botas de una exigencia macabra y desigual. El yo se hace redondo, inmenso, casi totalizador y sitúa al tú como responsable único de sus desgracias.
Uno busca, desea, actúa. Uno enseña y otro aprende. Oigo voces que nadan en la autocomplacencia. Tanto el ignorante como el sabio describen su desgracia como producto del otro. Pocos parecen asumir la náusea o el placer de la libertad. Todos encuentran su solaz en la podredumbre ajena, en la irresponsabilidad distinguida. Veo a profesores nefandos arrastrar sus miserias, ignorancias, su falta de valía por las cabezas de alguien que existe a su pesar. Observo a alumnos que deciden sumergirse en la estupidez social, en la renuncia a ser, en el baile de vencedores y vencidos.
Me gustaría describir a unos como sabios consecuentes, transmisores entusiastas de la autoconciencia y a otros como cachorros deseosos de recibir armas de libertad eternas. Pero demasiadas veces retumban los caras oscas de cien ojos en el exterior y bálsamos putrefactos en el interior.

martes, 10 de noviembre de 2009

Doesn't mean

La gente quiere mentiras, putas mentiras.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Tenía que escribir (p)

"Los hombres lloran porque las cosas no son lo que deberían ser". Camus. Calígula

Las verdades fundamentales fluyen suaves, tranquilas, sin miedo, pero ocultas y plácidamente sádicas. No sé adónde quiero ir ni qué hacer, pero sé que quiero otra cosa, algo que pueda llamar exclusivamente mío. Ansío ser alguien que haya elegido, alguien que no busque satisfacer su vida y su placer en otro.
Cambio muebles, sueño con viajes, compro casas, escribo a ratos, leo a regañadientes. Voy amasando lazos de amor pero me revuelvo cansado, aburrido. Controlo los efluvios, busco la adicción no gastada. Adivino las renuncias dolorosas y todavía veo lo que fui y deseo.
Podré acostumbrarme al futuro pero nunca a un presente que ya no es piel de veinte. Y vuelvo a intentar que algo tenga sentido, que me pueda decir de alguna manera propia y placentera. Dejo pasar el tiempo como terapia, destrozo en pedazos diminutos mi vida y solo recojo los placenteros. Busco otros nuevos que sirvan de muro y asiento. Respondo a citas que me pesan, veo cuerpos que me saturan y siento el vacío de la placidez. Descarto la amargura y paso a mirar el espectáculo.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Congresos (p)

"Fantaseo muchas veces. Me escribo guiones de verdades que nunca pasan, que reconfortan y que hacen posible y deseable la realidad. Soñaba hace poco con una clase en las que todos pudieran airear sus miserias, sus orgullos, sus logros, sus miedos y no sintieran la necesidad de huir"

Olisquean, se acercan, enseñan suave las uñas, se calman, advierten el no peligro. Se aleja el miedo a tener que ser otro, a tener que aparentar la firmeza de algo. A veces retozan y otras te tocan con excitación. Comienzan con el ritual de acercamiento, de saberte inocente, de poder controlar el impulso de la huida. Buscan que los toques, que seas su igual, que te dejes llevar por sus emociones de las primeras veces.
Y solo cuando sienten que eres su animal, escuchan. Es fascinante ver a un cachorro humano sintiendo tus palabras, ser ambrosía para sus oídos. Por un instante, todo es sencillo, llevadero, gratificante. La catarsis es real y se siente eterna.
Luego vienen los fracasos, las huidas, las miserias de la vida que no es burbuja. Pero queda la impresión humana de haber unido animalidad domesticada y cultura real.

jueves, 29 de octubre de 2009

La noche de Gran Hermano (p)

"Prefirieron inventar dos lenguas para no tener que entenderse"

Cabalgo en hordas de deseo, en recuerdos de erecciones y nalgas atropelladas. Me asaltan las huidas, los gestos que demandan otros agujeros enhiestos, la destrucción burda del pasado y la construcción de un presente que no es nada. Repaso las palabras que unen, la mano que no llega al calor de mi sexo, los silencios preludios de semen vacío. Conquisto espacios que son burlas de bienestar y destrozo con el deseo todo intento de gritar los lazos eternos.
Agoto mis miserias en el breve tiempo de un sofá, debato enfurecido el porqué del vacío, retraso las lágrimas y busco el aullido en silencio. Desprecio las mañanas de gloria y habito ya la clausura del vencido.
No quiero disponer, inventar, ofrecer los secretos del placer gastado; solo quiero palabras que me dediquen un mañana.

lunes, 19 de octubre de 2009

Tributos renovados

A trompicones pretendí destruir su imagen y a trompicones me acostumbré a vivir sin él. No sirven de nada los escritos, las terapias, las promesas de futuro ni las búsquedas del más acá.
Renuevo los votos de su amor en cada olvido y resurjo sonriente de su ausencia en cada caída. Palpito y me desvivo en cada reconstrucción. Recolecto gestos, palabras, movimientos sexuales que me traigan algo de lo que fui.
¿Curación? solo asunción de las esencias.

Puntos efusivos

Delgado, bello, hetero contenido, vulgaridad deslumbrante y verbo dificultoso: sexo prometido e inalcanzable.

Ángeles de la guarda

Siempre he tenido la sensación de que las cosas siempre acababan bien. Los momentos angustiosos, las situaciones complicadas al final se solucionaban por alguien o algo: un recurso ajeno, una medicina salvadora, un médico bálsamo o un amigo nuevo.
Así eran las noches de la angustiosa adolescencia, deseando que alguien me curara de la soledad, del sexo, de la familia opresiva, de mis proyectos siempre interiores, buscando siempre a tientas la desmesura con cara de niño bueno y razonable. Me preguntaba por qué no tenía acceso a la vida del adulto cuando los presuntos se deshacían en tópicos de vulgaridad, hipocresía e indecisión.
Me sumí en sus monstruos aunque conservé la dignidad del que se autoflagela. Y esperé. Esperé que la vida me cambiara y perdí. Me anestesié de vida placentera, de sonrisas que me trataban como a un igual.
Solo ahora sé que malgasté todos los tributos, que la soledad y la actuación son los únicos logros de la libertad y que los ángeles de verdad solo son mensajeros de uno mismo.

domingo, 18 de octubre de 2009

Introducción (III)

Del viaje en autobús no recuerdo nada, solo que me sentí bien entre tanto inmigrante que, como yo, ponía cara de que le habían vendido una tierra de promisión que solo le insultaba y explotaba aunque le diera la posibilidad de otra vida. En eso estábamos igual, nos habían vendido que los viajes curan los males del alma y del cuerpo.

Luego el vuelo. Una dulce compañera de asiento se empeñó en hacérmelo agradable y pude fantasear con nuevos amantes y vidas. Estaba ya casi en Amsterdam y no sentía nada, solo que esa misma tarde había quedado con un hispano para sesión inaugural de sexo y no nada parecía tener remedio.

Creo que me hubiera ido bien de protestante; como católico no estaba mal: buena dosis de sentimiento de culpa, productividad razonable, miedo a la novedad y la confesión interior como modelo de supervivencia. Si a eso le hubiera añadido el éxito social como marca de salvación, en esos momentos sería catedrático en una universidad de prestigio ligando con jovencitos fascinados por mi sabiduría: lástima de haber nacido en el sur y descubrir que las borracheras calman más que las prédicas senequistas. Así que me había quedado en proyecto de sabio, siempre con un montón de libros fundamentales por leer, pero con la habilidad necesaria para parecer moderadamente culto.

Introducción (II)

Pero ahí estaba la maleta abierta, la vecina gritando como una loca a sus pobres niñas y yo en medio de todos. Me hubiera quedado en mi casa una vez más, llorando por lo que tuve, sin ganas de ser otra vez y consolándome porque esta vez habían sido cinco horas de euforia. La hice finalmente sin mucha convicción: preservativos, lubricante, ropa variada, una guía, cámara digital, cuaderno de notas.
Al día siguiente nada había mejorado. Todo estaba empaquetado, previsto: los billetes en su sitio, la dirección correcta. Pero tenía que exhibir una agradable sonrisa: me iba de vacaciones con dinero fresco a la ciudad sin leyes para la moral al uso. En aquel momento envidiaba a mis amigos que se quedaban trabajando en la ciudad paleta, no tenían que disimular, ni asumir grandes retos, no estaban solos, tenían su trabajo de mierda a pesar de ser julio y ninguna expectativa de descanso estival. Yo era para ellos el afortunado funcionario con una vida de lujo y el dinero siempre escaso; para mí todo era un guión en blanco que tenía que inventar.

Introducción (I)

-¿Te hace quedar? - Sí, claro, para eso te he llamado. - Ok. Pues aquí te espero. Luego vino el ritual, el porro, la ducha, todo en un cuarto de hora. Sexo rápido, intenso, vacío y placentero. Esa vez no hubo juegos circenses ni de rol: abrir la puerta y en el pasillo empezar a palpar la carne del otro; después el dormitorio. Tenía 18 (siempre tenía 18 desde hacía dos años), yo 39 (35 según los usos del sexo fácil). No había palabras, solo las justas del juego de la dominación. Fue sexo del bueno, solo de dos aunque él siempre quería tres. El final, como siempre, los dos en el baño sin dirigirnos la mirada y sin hablar: - ahí están las toallitas. Luego mi ducha; él vistiéndose y mi gato acercándose en busca de nuevo dueño. Un adiós sin expectativas y mi maleta sin hacer.

Salía para Amsterdam al día siguiente, veinte años después de lo recomendable y sin ganas para un viaje planificado entre la lujuria y el desasosiego. Había pasado año y medio desde la ruptura y cada paso seguía siendo una conquista en la distancia: no pensar en él cada día, no pasar por su calle, no ligar con gente que le gustaría, no dar una clase en su honor y, sobre todo, dejar de sentir las punzadas matutinas de su adiós.
Era el segundo verano sin él. El primero transcurrió entre sollozos diarios, una extrema delgadez y una piscina rutinaria. El final del día consistía en echarlo de menos una vez más, varios porros y algo de sexo, pagando, gratis, manual, algo que compensara de la soledad. Este verano debía ser el de la emancipación, el de disfrutar como antaño de la desmesura, pero sobre todo el de eliminar el cansancio de vivir.
Era muy estúpido querer derrotar a un fantasma, cuando además al fantasma le importaba poco tu vida. Esperaba que aquel viaje fuera el primer acto de la nueva vida, esa que te espera cuando ya no queda nadie, ni siquiera tú mismo, a quien dar compasión y el futuro es cualquier cosa menos deseable.

martes, 13 de octubre de 2009

Fuente de los calderos

La fuente marca la frontera del barrio. Más allá un poco más de diversidad, de libertad, de gentes sin mirada hirsuta. Hace cuarenta años era peor. El barrio era el primer aprendizaje del nacionalismo, de querer sin razones, de exhibir orgulloso las miserias. Todo era más sencillo quizá, pero más claustrofóbico, uniformizante, despiadado. Los demás barrios eran inferiores, dignos y sospechosos de castigo y el centro era siempre un recelo, una construcción artificial que poco tenía que ver con las esencias.
Siempre preferí el centro de las ciudades, más estético, anónimo, con voluntad de agradar aunque fuera equivocado. Allí se respiraba más diferencia, más libertad, miradas de altura aunque muchas veces fueran rastreras.
Hoy no respiro los pálpitos del barrio. Mi voluntad de apátrida, cosmopolita reconvertido, me aleja de los que solo quieren ser, sin saber para qué, ni cómo ni adónde. Procuro no visitar las bares donde se me invita a gritar diferente, a sentirme solidario con gentes que despreciarían todo lo que soy.
Puedo ahora exhibir ocultando, manejar mi realidad a mi antojo y despreciar con una sonrisa todo lo que me recuerda cómo hay que ser, pensar, sentir. Juego con ventaja al parecer de ellos, al reír a veces con ellos, pero me son ajenos. Siguen siendo el cuadro que conduce a la misantropía, al aburrimiento, al descenso anestésico a la animalidad.

lunes, 12 de octubre de 2009

15 euros de soledad (mp)

Solo tolero las manifestaciones colectivas de alegría cuando tras de ellas hay una promesa de sexo compartido sin pudor. El paso de año o la víspera de la gran fiesta solo tienen sentido en la esperanza de encontrar un brazo borracho de sexo e irrealidad que te quiere poseer con una sonrisa en la boca y la promesa de no ser nada mañana.
Las grandes celebraciones comunales, familiares e incluso amicales no quieren compartir momentos de felicidad sino adecentar el traje del compromiso y recordarte las cláusulas de tu dicha social. Esconderte de los afines, sentarte solo en una terraza son actos de deserción. Los felices acompañados de disfraces igualitarios te miran como a un farmakós digno de conmiseración, cuando no de recelo declarado. Su excitación se potencia cuando tu cara es de placidez arrogante, de desprecio a compartir.
Voy construyendo mi distante mirada con la perspectiva solo de la pasión. Busco la conmoción en las conversaciones, los abrazos, el sexo sin palabras. Miento con la esperanza de causar el menor daño posible. Me alejo de los oficiales que me quieren por hastío y decisión.
Quiero hacer sin dolor, quiero compartir en la lejanía, romper para siempre con cualquier vínculo que no sea el contrato igualitario de dos.
He sentido tristeza al volver solo a casa y pensar en sus caras defraudadas. He podido esconderme en la calle, leer, soñar con los pectorales del camarero, pensar solo en mí y en mis juegos mentales.
Pero sigo fantaseando con que entiendan mis desnudos con sexo y humos, mi necesidad de ausencia, mi ansia de libertad también para ellos. Sigo queriéndolos como un apéndice del pasado que por momentos se hace presente.
Querría conocer los límites de la autoafirmación y la locura. Me conformo con soportar la condena social.

sábado, 10 de octubre de 2009

Placer y virtud

El sexo da placer y si lo sabes compartir bien, hace virtuoso.

miércoles, 7 de octubre de 2009

El instante de los pesos perdidos (p)

Me hablaron de la felicidad, del amor a los padres, a la patria, de las ilusiones, de la sensatez. Me hablaron en otro tiempo y casi no lo recuerdo. Me enseñaron a ser parte del conjunto, a recibir con alegría la aprobación de los demás. Me trataron casi siempre con dulzura y cariño. Me alabaron y consiguieron su animal social. Queda poco de todo aquello, solo las ganas del placer y la sensación de que algo nuevo puede ocurrir.
Hoy no he descubierto ningún secreto, no he tenido que confesar nada. Solo he respondido a la pregunta, esa que separa, define y hace especial. He soñado muchas veces con sentir felicidad al decirme gay, incluso he deseado no sentir ante la palabra. Había experimentado el dolor, el orgullo, la rabia, el desprecio, la adrenalina del digno apaleado, pero nunca la sencillez, la indiferencia.
Deseé siempre no tener una doble piel, no tener un peso agradable que agota. Hoy por fin he podido decir con una sola voz, con un solo peso, el mío, no el de los otros.

martes, 6 de octubre de 2009

CVB (p)

Oí una vez que alguien desconfiaba de aquellos que quieren a sus mascotas porque no saben querer a los hombres. Él, que no se atreve a disfrutar, se equivocaba. He visto enternecerse al macarra sexualmente más salvaje ante la visión de un gato enfermo en una consulta veterinaria. He visto a perros, gatos y humanos, nerviosos ante la visita del mal, afrontar sus miedos con caricias y lengüetazos. He sentido la solidaridad más sincera y he compartido ojos arrasados de entendimiento.
Quitarse las corazas oxidadas del animal cultural humano es quizá una de los pocos actos de libertad placentera.

sábado, 3 de octubre de 2009

Mitos olvidados

Los lugares se desgastan cuando no te importan los amantes de hace veinte años, cuando no los saludas y se convierten en arqueologías molestas. Ya no te duelen los plantones y la novedad consiste en las cartas de pago o en las redes de la virtualidad más cercana.
No esperas ya y la cohorte de indecisos, angustiados, bisexuales sin futuro, mentirosos compulsivos y masturbadores de la nada se convierte en una lista de agravios sin remedio. La calle ya no es el lugar lleno de esperanzas sexuales, de promesas de sonrisas y abrazos desbaratados. Es solo un medio de tránsito hacia la placidez, hacia el disimulo del placer.
La madurez es solo un estado intermedio en el que desprecias las leyes del mercado. Buscas la sencillez del placer y la complicación de los sentimientos, pero no los bailes absurdos que te hicieron daño y de los que fuiste la estrella principal. Los ocasos dependen de la perspectiva y de la inocencia en la mirada. Conservo la mía aunque la perspectiva envejezca.
Atisbo mi ciudad casi sin rencor pero con el cuerpo y la mirada agotados.

viernes, 2 de octubre de 2009

Afectos renovados (p)

Siempre he tenido miedo a dejar de sentir, a que los sentimientos dejaran de tocar el mundo de las Ideas. Siempre pensé que la locura ajena me podía poseer. Temí la soledad, la homosexualidad, la diferencia mortal, la juventud decrépita, la capacidad de trasmitir, la ausencia de dolor.
Empezaba a sentir que nada se renueva, que el pasado es solo aquello que se olvida, que pocas cosas permanecen que no sean un presente siempre muerto. Volver a sentir la dicha del hambriento, encontrarme en aquel sitio siendo el de ahora. Querer abrazar al que te dio bálsamos alados y renovar los lazos con la mirada presente.
No es locura, no es azote. Es el fluir tranquilo de dos que no necesitan tocarse, de dos que saben acercarse desde su corazón contrario, de dos que necesitan aprender del otro. Palpito ahora cuando hace horas era un reloj sincronizado.
He podido hablar no con aquel que fue todo, sino con el que es, raptando palabras a las horas. He visto a aquel que intuí, el que se muestra sin sobresaltos, ese Aquiles que se siente Patroclo. He podido beber con el ansia de oír al de ahora. Me he reencontrado con las palabras fundamentales, necesarias. He vuelto a sentir el placer de crecer acompañado.

jueves, 1 de octubre de 2009

Prófugos del arado

Tareas del profesor: conocer su ciencia y saber transmitirla. Tareas del paid agogos: querer y dejarse seducir por la pasión.

Delfos de vida

Decía la Pitia en Delfos: conócete a ti mismo. Los caminos de la sabiduría, de la vida plena son un juego inestable entre el conocimiento de uno mismo y de los demás.

martes, 29 de septiembre de 2009

Javi P. (p)

Odio la exhibición de la dureza, el desprecio por el que sufre, por el diferente. Odio a los que no se conmueven ante la fragilidad, ante la debilidad aunque sea salvaje. No mitiga el desprecio pensar en sus miedos, sus inseguridades, su falta de pasión en las relaciones humanas, su sentimiento de fracaso.
Me repugnan los analistas de lo ajeno que no saben palpar sus miserias, que no pueden sentir que todos en algún momento hemos vivido el pánico de ser. Les vomitaría cuando no muestran ni una mueca de dolor ante los desvalidos, sean adolescentes, gatos o iguales perdidos. Respetaría su huida, su retirada del mundo, su reconocimiento del fracaso, su incredulidad ante el bien, pero nunca sus llamas cargadas de palabras.
Despierto cada mañana sin energías, a veces con el estómago cerrado y con un nudo que me retiene a la cama. He sufrido por ser el monstruo y mostrar la máxima alegría siempre.
Me enseñaron a odiar, pero nunca quise.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Descubriendo nunca jamás

Nunca me gustó jugar, ni de pequeño. Prefería las conversaciones con adultos, la calma, el erotismo, mirar, tocar, saborear. Accedía a divertirme porque los demás se sentían felices. Cumplía mi papel de persona descerebrada que no entiende. Así podía escuchar los secretos, las críticas, podía aprender, sin saberlo, los valores, el bien y el mal del mundo que me seducía.
Siempre desprecié la fantasía, los relatos que se situaban más allá del cuerpo cercano. Me parecía más deslumbrante e intensa la realidad, el mundo de artificio tejido por seres reales, los cuerpos de hombre que exhibían poder en sus músculos.
Siempre me pareció la infancia un territorio extraño y solo comparto con los niños la palabra. Ellos entienden mi juego, mi audacia, aunque se dejen seducir como los adultos por las atracciones vanas de una feria. Inocencia no es ausencia de dolor sino incapacidad de dañar. Buscar mis territorios es aceptar los de todos, incluidos los de la simplicidad.

Placeres y días

Escuchar a Pombo, enamorarse de Johnny Deep, dormitar, despreciar el fútbol, desear un cuerpo joven, observar a Kuro. ¿Abandonar las drogas?: apostar por el placer.

Batallas de la nada


Con Kuro aprendí "primero calmar, luego curar". Sus batallas, como todas las de los nacionalismos, son estúpidas, instintivas, de iguales pretenciosos. Nadie le va a quitar su territorio porque su territorio no existe. Su cuerpo y su pelo crecen, su aullido se hace profundo, interminable y sus movimientos lentos, elegantes y trágicos a la vez.
Kuro y su oponente, el Negrito Malo, mantienen su ficción de independencia felina. Otean sus territorios de la nada sin poder compartir un rayo de sol. Luego Kuro regresa lloroso, cojea, hace ostensibles sus heridas y cierra cualquier posibilidad de comunicación. Solo desea que su gigante humano lo calme, que vuelva a su papel de madre acogedora, de seguridad impenetrable en su casa fortín.
Las literaturas gatunas varias dicen que su percepción es la de dejarte compartir su casa. Sospecho que Kuro sabe que está en mis posesiones. Es cuidadoso con lo mío, salvo cuando quiere hacerme partícipe de sus juegos. Busca vibraciones de bienestar, de vida sin miedo y el tiempo tozudo lo va instalando en la confianza.
Nunca entendí las luchas humanas por poseer sin compartir, las batallas que destruyen para crear, los aullidos atávicos que solo reclaman sangre. Cuando veo a Kuro lamiendo mi brazo y compartiendo caricias sin más objeto que el placer, maldigo el instinto ciego de la posesión que provoca batallas por la nada.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Sinceridad renovada (p)

Me prometí decir las verdades del corazón, exhibir orgulloso mi alma enhiesta, cantar con susurros o gritos lo que muchas veces callé. Fue y es en vano. No tengo miedo a mostrarme ni a que me hagan daño. Ni siquiera el roce de la piel desnuda con la mirada de cualquier otro me hace dudar. El dolor es otro; el dolor es la constatación de que las palabras no transforman la realidad, de que tu volcán es un montículo placentero para tus miradas.
Creí tener la fuerza de los magos in a travelling show o pensé ser aedo en las cortes lejanas. Pero todo choca contra los muros de la verdad, de la mía, de la de todos. He huído de muchos, he vuelto la cara como tributo a la independencia. Los demás solo pertenecen a la literatura, pero nunca a tu vida, a la que querrías en tu rincón.
Me revuelvo perplejo como un infante que busca compartir sus abrazos y no entiende que tu no es el no universal, que el juego de rechazar también pertenece a los demás. Me cuesta entender que sus palabras, sus afectos, sus manos son solo un gesto que se traduce en amistad, complicidad, recuerdos. Y yo insisto en ser el dueño de las pócimas secretas y recibo flores, amarillas cuando deben ser rojas, naranjas cuando deber ser blancas.
Decidí olvidar los guiones, trepar por las escalas sin maquillaje, pero nada cambia las ausencias, la imposibilidad de que el otro sea tu cuento humano.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Bagdad café

"I´m calling you. Can't you hear me?"

Todos necesitaríamos de la magia, de alguien o algo que pusiera en orden nuestras vidas. Da igual un sonido, una sonrisa, un pecho o una imagen turbadora. Todos necesitamos en algún momento que nos enseñen a vivir, que nos digan que todo puede pasar, que todo puede volver a recomenzar. Da igual si se llama señor, señorita o un cuadro en la pared.
A veces nos equivocamos con las señales o pensamos que el cruel marasmo de nuestro corazón es una maldición divina. La dureza se instala en nosotros y dejamos de escuchar las canciones que nos hicieron mejores. Creemos que el gesto del otro nunca será para nosotros y que las llamas, sean de la pasión o del olvido, nunca más encontrarán acomodo en nuestro cuarto.
A veces querría desertar, pero el instante se consume y el café resuena como una esperanza.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Dentelladas de opresión

¿Enseñar a socializarse? Enseñar que la soledad radical es lo único que nos hace humanos y libres.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Silencios postcoitales (p)

Me temo que Kuro y yo envejeceremos de la misma manera: él nunca sabrá que nunca le haré daño y yo no me terminaré de creer que esto se acaba, que las parcas del placer existen. Sigue creyendo que alguien o algo puede ocupar su lugar o el mío. Muestra su pasión y cautela hacia mí igual que yo a los grandes hacedores de sexo: siempre hay tiempo para el olvido, para la sustitución, pero podría prolongar los momentos eternamente. Kuro necesita y siente. Yo espero y deseo.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Miralbueno (p)

Nunca he sabido explicar cómo dirigía una clase. Solo sentía que aquello iba bien. Ahora me sorprendo analizando qué hago allí, si planifico algo, qué cosas, qué gestos, qué palabras funcionan y cuándo. Me sorprende que siga sintiendo la borrachera de la atención, que no sea necesario preguntarse cómo actuar sino actuar, dejarse llevar por lo que ocurre cuando dos se quieren o quieren quererse.
Siempre había pensado que actuaba en clase. Creía que mostraba una versión mejorada y excesiva de mí. Quizá su cariño me ha enseñado que no actúo, solo siento como un animal que los quiere, que quiere seducir y que lo seduzcan, que lucha por sentir ojos de agradecimiento y pasión, que necesita oír por lo bajo qué bueno volver a verte, sentir abrazos que son sexo por fin humano y que solo quieren decir.
Me conmuevo por mí mismo como no lo hago nunca, siento placer al recordar la cara del muchacho que exhibe sus músculos y escucha con arrobo las palabras sancionadoras y, por un momento, se siente libre de todo mal, aunque sepa que volverá a caer.
Quizá solo allí puedo decir en todo momento quiero quereros.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Criptogramas inconexos de verdad

"I wanna be with you tonight"

Debería estar redactando burocracias sin sentido, construyendo porcentajes de verdad, organizando saberes casi siempre inútiles. Sin embargo, estoy con los humos que hacen todo más redondo, sin aristas; el dolor es más profundo pero gozoso y el placer intenso, totalizador. Veo una película simple, sin matices, previsible, de padres, hijos, amores, matones y dramas que acabarán bien. Las lágrimas son fáciles, caen, pura basura sentimental.
Detengo la escritura porque detengo los afectos, los recuerdos de una infancia demasiado consciente de lo que había en el exterior e incapaz de cambiar nada del interior. De repente, la mente se queda vacía, sin ganas de sentir, ni de dejarse arrastrar por la melancolía. Un pequeño ataque de sueño atempera todo y casi no queda nada de la tristeza inicial. Querría llorar un poco, querría pensar que la inacción es producto de un dolor verdadero, que recuerdo al niño de ojos grandes. Pero no es verdad. Nada encaja, ni los romances fallidos, ni la familia ultrajada, ni los horizontes gastados, ni al arte inconcluso eternamente, ni la ciudad demasiado sobada.
Solo queda la sensación de algo inacabado, eternamente por hacer y nunca consolidado. Solo queda la sensación de sentir, esperar como siempre pero percibir que los demás te excluyen igual que tú lo hiciste.

De símbolos y martirios

La diatriba sobre el puño en alto y la internacional en el acto de un sindicato de clase resulta esperpéntica cuando los reclamantes son las derechas, sobre todo la católica. Escandalizados deberíamos estar los que somos de izquierdas ante tal demostración de cinismo por parte de los socialistas. Su política económica se mueve entre los parámetros del liberalismo y su renuncia al cambio de modelo capitalista es bien sabida. Solo entiendo su juego con los símbolos como uno más de sus fraudes publicitarios: proletarios del mundo, uniros para mantener las sicav, la eliminación del impuesto sobre el patrimonio y que los empresarios declaren menos al fisco que sus trabajadores.
Pero que el vociferante sea un católico que me obliga a tragarme en las instituciones que son de todos crucifijos mil, biblias por doquier y presida actos religiosos que no son míos, me parece sencillamente vomitivo. Hasta los funerales de estado (mi ateísmo no debe dejarme formar parte de él) son religiosos.
Oía estos días a pulidos bienpensantes que esos símbolos de puño en alto e internacional han matado a mucha gente en la historia de la humanidad. Imagino que se olvidan de las cruzadas, de la inquisición, del nacionalcatolicismo español y del pope Ratzinger hablando de homosexuales y seropositivos. Revisemos la exhibición pública de símbolos, eliminemos los crucifijos de las iglesias. Pero antes de acabar con la imaginería molesta en actos conciliares (fiesta sindical y sacrificio incruento de la misa), acabemos con biblias y crucifijos en las juras de ministros y con un rey que ostenta el título de rey católico: los espacios públicos son de todos los ciudadanos, las fiestas de la fe sindical y cristiana de sus adeptos.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Control del gasto público



Los arqueopopulares quieren control del gasto público. Propongo algunas medidas: dejar de financiar iglesias varias con dinero público, eliminar los conciertos educativos de los colegios elitistas, eliminar las subvenciones para las fundaciones y la propaganda de los partidos políticos mayoritarios, acabar con el pluriempleo de cargos políticos, eliminación de dietas por la participación en consejos de administración de empresas públicas, reducción del presupuesto (yates, palacios, hijos, sobrinos y demás ornamento suntuario) de la casa real, subidas de impuestos indirectos para vehículos de lujo, segundas viviendas y chalets varios, control férreo de los beneficios empresariales, eliminación de los beneficios sociales por familia numerosa a las clases altas y subida del iva para los artículos religiosos (estoy harto de costear la seguridad social con el humo de mi tabaco). Se me ocurren más, pero un gran eructo de clase me impide seguir escribiendo.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Alan (p)

Recolectamos mamadas como los necrófilos que exhiben sus trofeos de caza. Añadimos estadísticas sexuales a nuestros perfiles de vómito carnal: follo una tres cinco veces a la semana, a todas horas , en el parque, en la cama al lado de mi ex-novio. Convertimos la sagrada obligación humana del placer en mera marca biológica.
Dan igual los reproches, los gritos del interior, las súplicas más o menos veladas. El dolor reside en ser solo un objeto sexual para los que tú adoras. Catulo, deja de hacer tonterías y considera perdido lo que ves que se perdió. Se perdió la juventud, se perdió formar parte de los cuerpos gloriosos, de la inmortalidad inconsciente y placentera, ser perdió la posibilidad de poder ser uno en dos.
Te follarán, pero no te amarán para querer vivir en la casita de madera aislada del mundo. Te querrán en el orgasmo, pero no con la intención de perder todos sus días en tu compañía. Buscarán tu miembro, pero como parte nefanda de los pecados de juventud.
Y tú imaginas viajes cándidos, playas nudistas semi-vacías, porros con un cuerpo excitado que sonríe, felaciones marinas que acaban en abrazos de juegos infantiles. Deseas soledades vitalistas, borracheras a dos hasta el amanacer, desmesuras de carcajadas y silencios en las miradas. Pero solo te queda exhibir tu rabo enhiesto como único nexo posible. Te alejan de la posibilidad de ser algo más que una eterna corrida.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Conciencia de libertad (p)

El placer no debe ser nunca incompatible con el existir, las dos forman parte de tu libertad.

lunes, 31 de agosto de 2009

De saberes prácticos (p)

Quizá de aquí el amor a lo clásico y su necesidad: "conócete a ti mismo", "soy humano y todo lo humano me concierne", "atrévete a saber" y "odio y amo". Un tiempo donde placer y saber fueron de la mano.

sábado, 29 de agosto de 2009

Gone but not forgotten



Podría vivir en unas montañas perdidas, en un pequeño pueblo con mar, incluso en la ciudad paleta, si al volver a casa una sonrisa de hombre me estuviera esperando. Podría bastarme con un abrazo, con un libro abandonado, con una película de final feliz si en mi cama alguien deseara algo más que mi miembro. Podría dejar de soñar con canales de bienestar, con vidas propias audaces, con ser algo más que aquel que escribe frente al ordenador, si alguien me dijera que merecía la pena esperar por verme sonreír. Podría mirar sin cansarme los ojos, los labios, los brazos de aquel que me desea y por quien deseo.
Pero solo quedan las películas, los libros por leer, los escritos fallidos, el sexo agotador, los humos liberadores, los labios amicales que solo destilan ternura. No es el ansia de buscar, ni la necesidad del encuentro ni una cara abatida que se sabe mayor. Dentro sigue existiendo el que moriría por amor, el que esperaría cada noche para empezar una cena a dos, aquel que sabe que con un te quiero le basta.
Repaso mi vida placentera, mis amores correspondidos sin sexo, las pasiones que me liberan, mi ansia de humanidad solitaria, los alumnos que me hacen necesario. Repaso las horas de felicidad en mi rincón, los objetos que redecoran mi casa, los pocos amigos a los que quiero. Pero sigo esperando sin guión a que las lágrimas sean mi vida y no un dulce reflejo de la pantalla.

viernes, 28 de agosto de 2009

La derecha real

El partido socialista español ha tenido siempre la cruel habilidad para hacer políticas de derechas y convencer a sus votantes de que son de izquierdas. Clara habilidad que siempre encuentra ayuda en su alter ego popular. Los últimos años del gobierno Zapatero son una llamada para constituirse en una especie de partido liberal-social-cristiano. Exponen sus logros sociales para intentar negar la evidencia: ley de matrimonio homosexual, ley de dependencia, leyes contra la violencia de género...
¿Alguien pensaría que son de izquierdas los que condenan la esclavitud, los que están a favor de que los negros, las mujeres tengan derecho al voto? Son derechos humanos y los que recelan de ellos no están en la derecha sino en el filofascismo.
Nuestro gobierno mantiene la clase de religión católica en las escuelas, una doble financiación para la iglesia y crucifijos y otras enseñas confesionales en espacios públicos que son de todos, incluidos los ateos-paga-impuestos. Este gobierno izquierdoso eliminó impuestos para las clases altas y una reducción del IRPF para esas mismas clases, implantó cheques-bebé también para los futuros hijos de Patricia Botín o libros gratis para todas las rentas y cuatrocientos euros que pocos pobres pudieron disfrutar.
Debería buscar el partido socialista su caladero de políticos entre los peperos menos rancios y no pienso en ese Gallardón que lloraba emocionado ante las palabras de un ex-ministro fascista que sigue siendo presidente de su partido.
Quizá la única realidad sea que los dos grandes partidos de la derecha, psoe y pp, mantienen ese juego perverso de diferencias cosméticas para mantener un mercado electoral de gentes que no piensan y que aceptan las borreguiles etiquetas para dormir tranquilos en su contradicción.

martes, 25 de agosto de 2009

Verba

Mirad: hay que cultivar todos los placeres, también el de la palabra. Sufrís y sufriréis, por eso el placer.

jueves, 13 de agosto de 2009

Hedoné inconcluso

Me gustó sentirme deseado, que haya una parte de mí que no ha cambiado, que todavía no entiende de edades. Pero deseé profundamente ser el tercero de aquella pareja, tener veinte años para poder seducir desde la igualdad, tener otra vez una cara no gastada, sentir que esa edad te pertenece, la quieres, es la tuya y no deseas salir de ahí. Quiero irme de la mía, pero me iré a otra peor.
Pero también hubiera muerto por sentir el amor del camarero en mi cabeza envejecida y poder ver los ojos que ya no son tuyos con la sonrisa abierta. Hubiera llorado por ir en bicicleta a su parque y que me hablara y no le entendiera y tener ganas de huir solo cuando no lo ves.
Volví a sentir como el que ahora soy, queriendo al torpe que no pudo ser. Quise a aquel que fue a Londres con 18 y no supo ser el deseo de cualquier hombre. Quise al que casi despreció todas las oportunidades de quererse. Quise volver a enamorarme porque ahora soy el que siempre fui.
Perdoné al alumno que deseó el tanga de su profesor y solo intentó ligar con su vecina.

La felicidad en Amsterdam (y III) - Voldenpark (p)


¿Qué es ser feliz en Amsterdam?
Fumarte un porro en el césped de Voldenpark con un lago al lado con sus patos y su garza fumada y los animales que se te acercan amistosos y de fondo suena una música hindú con su familia y unos holandesotes al lado hablando un holandés muy propio y un adolescente de pectorales incipientes emerge con sus amigos y al fondo, siempre al fondo, tu camarero guapo del café Vertigo, rubio, discreto, bellísimo, de dulces formas, masculino, con su chaqueta gris y su bicicleta y su sonrisa de escándalo y el que al final te devuelve dinero para que puedas usar la tarjeta (no se puede y tú no lo sabes).
Y el ánimo se te esponja. Vuelves a disfrutar, el caparazón seco de tu sitio en la vida se resquebraja, se va humedeciendo y notas cómo cae, cómo tienes otra piel más suave y nueva con la que puedes sentir de nuevo. Todo es diferente, sencillo, acogedor. Piensas que tu vida no te gusta, que te apasionas de casi nada que no sean afectos humanos y aquí vuelves a reencontrar los sentidos de lo artificial.
La dignidad y humanidad de Amsterdam es que todo ha sido inventado, creado y a eso se dirige el homenaje, al hombre como eje desnaturalizador y por lo tanto amable, educado, cortés, liberador. Soy humano porque puedo hacer lo que quiera sin sentir miedo. Puede reinar una garza loca en el estanque artificial y parece que todo el mundo es feliz. Parece que la armonía es posible y la tienes al lado. Alguien te pregunta mientras habla por teléfono qué haces y tú le contestas que escribiendo sobre Amsterdam-de dónde eres-España-ah!-tú?-imposible de entender-perdona-sigue con lo tuyo. Y tú escribes y él habla por teléfono y bebe cerveza, mucha cerveza y unos niños pasan por delante de ti.
Y los policías se paran y ayudan a un conductor que ha montado un atasco. No sale de su coche y ellos se meten debajo para sacar la lata. Y la larga fila de coches no se queja, solo un par de despistados; y los guardias no se ponen nerviosos, sonríen y piensan que quizá haya que intentar que la fila se mueva y les indican que hagan un poco de maniobra. Y los coches se mueven apacibles y empiezan a desfilar y de repente el coche causante del atasco se ve liberado y echa marcha atrás y la fila le deja. Y los policías se montan en sus bicicletas y se van.
Y te vas quitando el miedo a que el policía te vea fumar, al coche que no te deja ir tranquilo por la calle, a que no pueda encontrar lo que quiera, a que siempre haya un portero de hotel al que saludar (aunque no sea tu hotel). Siempre hay alguien dispuesto a ser amable. Es el balneario donde vivir una vida normal de ensueño donde tú eres siempre el protagonista y el placer es elegir el sitio para desayunar, las tiendas que ver, los cafés y terrazas para descansar, donde la única preocupación es: quiero encontrar una novedad y, entonces, cuando te has perdido un poco y has seguido a un chico guapo, te encuentras con un centro de intercambio de experiencias artísticas, con vistas a la calle y unos ordenadores monísimos. Y piensas que quizá haya otro mejor.
Y por fin te sientes húmedo por dentro otra vez, disfrutas viendo, inventado historias sobre la gente que ves, raptas conversaciones con tu lengua de bebé. Y sale el sol y se nubla y se acerca el perro y se va. Y aquí todo es mejor porque es novedoso, diferente, anónimo; pero podrías imaginarte viviendo aquí o que tu ciudad fuera como esta. Y sientes que para lo último no hay tiempo, que te trasladas aquí ahora o nunca.
Y eres feliz seguro una semana. La cáscara sale, se reblandece, todo se vuelve lento, amable, artificial, humano.

Belloch's town

Belloch, Juan Alberto habla siempre de convertir Zaragoza en una ciudad europea de vanguardia. Cuando publique un folleto del día del orgullo gay saludando a la población y haga un monumento a los homosexuales represaliados por el fascismo franquista y no dedique una calle a un pseudofalangista como Escrivá de Balaguer y tilde de retrógados a los críticos, entonces lo creeré. Cuando ponga la ciudad, sus parques, sus espacios públicos al servicio del ciudadano y no de sus ordenanzas, entonces lo creeré.
Mientras tanto, me seguirá pareciendo un megalómano de provincias que quiere escribir páginas de gloria para su historia arqueológica de la ciudad y no para la intrahistoria de sus habitantes.

Spanish empire

España es un modelo de leyes progresistas, pero no de gente progresista. La actitud corporal de un español andando por una ciudad extranjera es la de recelo, contradicción y eterna comparación negativa.

Camareros

Camareros que regalan sonrisas y atenciones. En las terrazas a uno le pides y te cobra, otro solo te sirve. Andanadas de camareros, tranquilidad y placer

Tulipanes y glory holes

Una ciudad que tiene un puesto ambulante de bulbos de tulipán y enfrente un banco con unos jóvenes fumando maría y un cuarentón-tras-glory-holes no ha de ser un happax sino un paradigma.

Común unión

Amsterdam no tiene ley para el turista porque la única ciudad que existe es la del otro y la tuya, que compartís pero no depredáis.

La felicidad en Amsterdam (II)

¿Qué es ser feliz en Amsterdam?
Que te quedes mirando un cartel de una exposición y alguien al lado te pregunte qué te parece y te diga que es buena y que conoce al autor pero que está lejos, en otra ciudad. Y entables la conversación de dónde eres-España-siempre un nice y tu ciudad no la conoce nadie-qué alivio. Y te pregunte cuánto tiempo estás-solo una semana-qué poco exclamamos los dos-voy a disfrutarla. Y él sonría y no te tire la ciudad a la cara ni se infle como un pavo hispano.
Solo gozan contigo porque su felicidad depende de la tuya.

Life examples

Amsterdam te da tiempo y ejemplos para sentir cómo querrías y podrías vivir.

La felicidad en Amsterdam (I)

¿Qué es la felicidad en Amsterdam?
Una pareja que ríe y tira comida a unos pájaros en el césped de un parque del centro y tú los miras fumado con el estanque al lado y el mismo césped y los pájaros no quieren molestar, solo comida.
Y un gato en una exposición de arte gay que te maúlla con el rabo muy tieso y con el que mantienes una conversación y una pareja te dice "solo quiere atención". Y tú lo acaricias y él ronronea y habla contigo con impaciencia.
Y al mismo gato te lo encuentras después por la calle y lo saludas y él contesta gruñón como es y se acerca otra vez con el rabo tieso. Y hablamos con caricias y refrotones y después de un minuto se va y se despide encaminándose hacia la galería.
Y una tarde de sexo morboso como quieras y al final del día sigues siendo la misma persona.

sábado, 1 de agosto de 2009

La puerta en el suelo

Hubiera necesitado un adulto conquistador en mi adolescencia. Alguien que me enseñara a amar, a sentir placer, a no tener miedo de mí mismo. Me encontré con otro ser perdido, torturado hasta la demencia que amargó mis ilusiones. Hizo que nuestra historia de amor secreta tuviera todos los percances del amor adulto: la negación, la soledad y el peso de una sociedad humillante. Sexo del malo, intenso, precipitado, muy torpe y demasiado culpable.
Hubiera necesitado ser el objeto de deseo único, que vivieran en mí de nuevo la juventud. Hubiera oído que el placer es algo más que dos miembros enhiestos, que tras el orgasmo se puede sonreír, que no es un juego de poder el amor. Quizá me hubiera enseñado a quererme, a vivir la libertad como un privilegio, a que la alegría puede desgastarse y que el tiempo solo se detiene al decidir y actuar.
Ahora quizá busco esos jóvenes cuerpos que se perdieron en mí. No sé si quiero enseñar a nadie a vivir en el placer, no sé si quiero ser el único en un amor terminal, sentir lo que ya no me pertenece. Busco momentos sensuales, puros, sin ataduras.
No me duelen los rechazos, sí la falta de futuro, el desprecio de los cuerpos, la insconsciencia del juego. Preferiría perderme solo en océanos de tiempo y dirigir mi boca hacia el silencio.

miércoles, 29 de julio de 2009

Vegetal tribal



Nacer, llorar, aprender a ser bueno, sonreír, callar, molestar lo menos posible, formarse en esclavitud, elegir la vida de los demás, pensar oblicuo, producir, poseer novia, estabilizarse, aburrirse, engendrar, despreciar lo diferente, renunciar al placer pasado, hacerse vegetal tribal.
Por el camino te ayudan a ser razonable, te ofrecen todos los mecanismos de la autonegación. No es la autoridad del burócrata ni el policía siniestro quienes modelan sino la mirada dulce de la madre, la sonrisa de la abuela, los bíceps del hermano, las carcajadas de los amigos. Todos te arrinconan para destruir tu pequeña soledad, tu disidencia interior. Toleran con pequeñas granadas de censura, con amonestaciones de locura transitoria, con promesas de estabilidad social. Llegan a quererte pero nadie querría un hijo como tú si estás alejado de su noria.
Sigo mareado todavía, podría morir en el placer continuado sin echar de menos mi futuro. Mientras cierro ventanas que me hagan huir del bochorno repaso las enseñanzas , los afectos de aquellos que querrían convertirme.
Podría callar indefinidamente sin un atisbo de extravagancia, podría amar solo a unos pocos y reclamar mi derecho a un idiotismo compartido. Podría mantener mi inocencia sin que nadie se diera cuenta, pero todo es más sencillo cuando las risas las marcan otros, cuando dejas que el brote maligno y ajeno sea tu sangre huidiza.
No pretendo destrucciones innecesarias, no tengo tiempo para ver mi obra soñada. Destilo indiferencia ante la multitud y comprensión afectuosa hacia todos los unos. Solo busco un lugar no horadado por cariños mutiladores. Solo quiero dormir y no ansiar aquello que debería ser.